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La invasión del Camello

En Cuba se conoce con el nombre de Camello. En Guadalajara se ha llamado Macrobús.

El Camello es un tráiler con un cajón del tamaño de dos autobuses, de estructura metálica con base en rendijas para conseguir la ventilación de los cientos de pasajeros que, de pie y hacinados, se resignan a todo, por cruzar La Habana de forma rápida.

El Macrobús es un autobús de doble tamaño, diseñado para trasladar más pasajeros de pie que sentados, sin ventilación suficiente ni aire acondicionado que, hacinados, se resignan a todo, a cambio de cruzar la ciudad.

Con el Macrobús se quiso dar una respuesta a la enfermedad crónica que representa para Guadalajara la movilidad urbana. Para ello se buscó aminorar el tiempo de traslado y de ahí que se optara por un sistema de transporte público, colectivo, de gran capacidad, con un carril exclusivo que garantizara eficiencia y eficacia. A cambio de reducir las vías de mayor circulación, provocar un mayor congestionamiento y nivel de estrés y aumentar las variables de inseguridad vial tanto para el peatón como para el automovilista.

Todo esto no lo invento, está registrado, con hechos, en las páginas periodísticas de los días de la gran inauguración presidencial, y desde luego, con base en el aspecto documental que conlleva toda experiencia personal.

Las ventajas que busca el Macrobús, las consiguió, sin las enormes desventajas, y desde hace varios lustros el metro, o en nuestro caso, el tren ligero, que a diferencia de nuestro Macrobús, suele ser más costoso, más integral, más seguro, más perecedero, más visionario, no contaminante y por todo ello, más propiciador de una mejor calidad de vida.

En otras palabras, el Macrobús es la opción de las ciudades pobres. O de los gobiernos tacaños. Pero en Jalisco si algo se ha demostrado en los últimos dos años es que no hay tacañería, sino generosidad. Entonces somos una ciudad pobre. Pero si en algún tiempo tuvimos dos líneas de tren ligero, quiere decir que en algún tiempo no fuimos pobres. Ahora sí. Y por ello a lo más que podemos aspirar es a contar con un sistema de transporte público y rápido, como el Camello cubano. ¿Estamos realmente tan lejos de la opción que nos dé una mejor calidad de vida?

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