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Atuendo futbolero

Se tienen que adaptar a mí, yo no a ustedes, eso lo tienen que entender los jugadores. Ricardo La Volpe.

Genio y figura...
Con una racha de partidos sin perder, habiendo encontrado puntos de equilibrio en zonas donde el Atlas padecía, dándole confianza y moral a uno de los mejores prospectos del futbol mexicano (Édgar Pacheco) y teniendo al equipo cerca de la Liguilla, Ricardo La Volpe no pierde esa maldita propensión a convertirse en el peor enemigo de sí mismo.

Si alguna vez Jorge Valdano llamó a Hugo Sánchez "el mejor agente de relaciones públicas de sí mismo", en este caso bien podría acuñarse la frase de que "el peor enemigo de La Volpe, es La Volpe".

Cuando de lo que se trata es de exigir, sí, pero con buenos modos, con métodos apropiados para potenciar la calidad de su plantel, utilizando la persuasión como método para convencer, motivar y sacarle mayor provecho a las virtudes de cada uno, el argentino se enfrasca en una innecesaria discusión por el simple hecho de que tanto él (en lo táctico-estratégico) como ellos, sus jugadores, en la concentración, dejaron escapar lo que parecía un triunfo seguro la semana pasada ante nueve jugadores del Monterrey, con una ventaja de 2-0 que terminó en una doloroso empate a dos.

Gente de futbol al fin, La Volpe sabe que eso suele ocurrir en el futbol y que cuando le sacan un resultado así es tanto responsabilidad del entrenador (con sus cambios) como de los jugadores (por los excesos de confianza de suelen darse). Pero al final de cuentas son cosas del futbol, que han pasado, pasan y seguirán pasando.

Pero perder la armonía innecesariamente, retar a los jugadores, amenazarlos, son métodos que pueden resultar un "boomerang" para el propio entrenador.

Ya de por sí estaba cometiendo un grave desacato al sentido común cuando envío a la banca a Darío Bottinelli, una de sus mejores cartas, un hombre desequilibrante, capaz de cambiar un resultado con un disparo a balón parado, y que dejó algunos juegos en la banca, haciendo suya aquella sentencia popular de que "tan poquito el amor... y desperdiciarlo en celos".

Esta semana lanzó una dura advertencia a sus jugadores con frases como éstas: "Se tienen que adaptar a mí, yo no a ustedes, eso lo tienen que entender los jugadores, yo no me tengo que adaptar a nadie, el que entra bienvenido sea el que no, lo lamento... Aquí no hay jugadores que desequilibren".

E insistió: "Los jugadores tienen que obedecer al que manda (el técnico) y si no lo hacen es problema suyo. El mundo ya te avisó, pues casi nadie juega con dos nueves clavados, cada uno tiene una manera de pensar, en lo personal jugué así y así voy a terminar".

Obviamente uno de los aludidos es Christian Domizzi, un jugador altamente rentable en el futbol mexicano, que ha sido figura en todos los equipos donde ha estado y el cual seguramente podría salir como pago por la factura ha haber apoyado ante los directivos la contratación de Américo Gallego, antes de que llegara La Volpe.

El actual técnico rojinegro también lanzó otra amenaza para que la directiva sea la que determine si se queda él o los jugadores, cuando todos caben en un equipo armónico, que aspira a metas elevadas, pero tomando en cuenta la base del equilibrio en los equipos de futbol: la armonía entre jugadores, directivos, entrenador y aficionados.

La Volpe no traga a la prensa, pelea con sus jugadores, reta a los directivos y solamente mantiene la fidelidad con los aficionados porque la añoranza es una enfermedad crónica de los atlistas y nadie podrá olvidar que con el argentino se llegó a disputar la final contra el Toluca en 1999 y se perdió en penales.

Sin que hubiera necesidad de pleito, La Volpe volvió a sus frases de oropel: "La directiva va a decidir, te vas tú o me voy yo. Tengo 57 años y no me puedo bajar (de mi estilo de juego), mi manera fue así y mi equipo juega como yo quiero, si no lo entienden, que sus representantes les vayan buscando equipo porque también los podemos vender".
Lo dicho: genio y figura...

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