Deportes
Atuendo futbolero
A Estados Unidos se le puede ganar. Esto es futbol. Sven Goran Eriksson.
¿Qué se juega este miércoles en Columbus, Ohio? No son simplemente tres punmtos, vitales para arrancar con el pie derecho el hexagonal final de la Concacaf que dará tres boletos directos para el Mundial Sudáfrica 2010 y un pasaporte al repechaje, para pelear con el quinto clasificado de la Conmebol.
Este miércoles en Columbus se juegan muchas cosas más, a saber:
1.- La credibilidad del proyecto Sven Goran Eriksson.
2.- La viabilidad de su esquema europeo, sin tropicalizar en un futbol como el mexicano, donde un "descanso inglés" como el de la semana pasada se interpreta como una licencia para el desorden de los jugadores.
3.- La permanencia en el cargo de los mandos federativos, a los cuales las dos televisoras y algunos dueños de equipos ya empiezan a intranquilizar porque ni Justino Compeán ni Decio de María ni mucho menos Guillermo Cantú están haciendo bien su trabajo.
4.- La posibilidad de que comience a madurar el retorno de Javier Aguirre, Mario Carrillo e Ignacio Ambriz como cuerpo técnico de la selección mexicana, situación bien vista por los medios de comunicación, por los directivos de muchos equipos y sobre todo por su impulsor al cargo, el dueño del Pachuca, Jesús Martínez y
5.- La tranquilidad de una victoria, que venga a desactivar varias bombas plantadas en el campo minado por donde camina sin darse la aparente flema inglesa del sueco Sven Goran Eriksson.
México estará el miércoles sobre la fría cancha del estadio de Columbus apostándole a un proyecto para permitir un posible crecimiento del futbol mexicano en su conjunto, bajo el mando de un entrenador europeo, con otra mentalidad y que tiene un gran palmarés internacional.
Pero Eriksson ha enseñado algunas conductas que lo hacen parecer frívolo ante la opinión público, como el descanso de dos noches y un día otorgado a los jugadores, rompiendo una concentración en la que se requiere más trabajo y menos desatenciones; también, lque las revistas del corazón ya lograron captaqrlo en un restaurante de la colonia Condesa en el Distrito Federal, en una de sus grandes pasiones de vida: las mujeres (fue fotografiado con una aparente novia mexicana); tres, el desconocimiento de muchos jugadores que actúan no fuera, sino dentro del futbol mexicano, como Juan Carlos Cacho, a quien dijo en la última reunión de periodistas en privado que "no conozco", cuando el delantero de Pumas fue titular en la pasada Copa América, junto con Nery Castillol, en aquella selección dirigida por Hugo Sánchez.
En la televisión abierta se ha desatado una tronante campaña publicitaria en favor del "sí se puede" ganar a Estados Unidos, con los comentaristas como ejes centrales para dar tranquilidad a los aficionados escépticos, que sólo ven en el partido del miércoles el gran temor no de una derrota, sino de una escandalosa exhibida de la selección mexicana.
Lástima que esa campaña optimista no sea observada por los integrantes del equipo de Estados Unidos, a quienes subliminalmente tratamos de minimizar restándole las virtudes que ellos han mostrado en la cancha.
Este miércoles México no juega simplemente tres puntos. La guillotina está lista, Javier Aguirre está sentado en un palco de primera fila, frotándose las manos ante la posibilidad de volver a dirigir a la selección en un mundial, mientras que Eriksson tendrá que poner todas las pilas de su atención (aunque deje de ir a cenar a La Condesa) para convencer a 120 millones de mexicanos que sí sabe de futbol, sí entiende la idiosincracia del mexicano y sí sabe ganar como visitante.
Este miércoles en Columbus se juegan muchas cosas más, a saber:
1.- La credibilidad del proyecto Sven Goran Eriksson.
2.- La viabilidad de su esquema europeo, sin tropicalizar en un futbol como el mexicano, donde un "descanso inglés" como el de la semana pasada se interpreta como una licencia para el desorden de los jugadores.
3.- La permanencia en el cargo de los mandos federativos, a los cuales las dos televisoras y algunos dueños de equipos ya empiezan a intranquilizar porque ni Justino Compeán ni Decio de María ni mucho menos Guillermo Cantú están haciendo bien su trabajo.
4.- La posibilidad de que comience a madurar el retorno de Javier Aguirre, Mario Carrillo e Ignacio Ambriz como cuerpo técnico de la selección mexicana, situación bien vista por los medios de comunicación, por los directivos de muchos equipos y sobre todo por su impulsor al cargo, el dueño del Pachuca, Jesús Martínez y
5.- La tranquilidad de una victoria, que venga a desactivar varias bombas plantadas en el campo minado por donde camina sin darse la aparente flema inglesa del sueco Sven Goran Eriksson.
México estará el miércoles sobre la fría cancha del estadio de Columbus apostándole a un proyecto para permitir un posible crecimiento del futbol mexicano en su conjunto, bajo el mando de un entrenador europeo, con otra mentalidad y que tiene un gran palmarés internacional.
Pero Eriksson ha enseñado algunas conductas que lo hacen parecer frívolo ante la opinión público, como el descanso de dos noches y un día otorgado a los jugadores, rompiendo una concentración en la que se requiere más trabajo y menos desatenciones; también, lque las revistas del corazón ya lograron captaqrlo en un restaurante de la colonia Condesa en el Distrito Federal, en una de sus grandes pasiones de vida: las mujeres (fue fotografiado con una aparente novia mexicana); tres, el desconocimiento de muchos jugadores que actúan no fuera, sino dentro del futbol mexicano, como Juan Carlos Cacho, a quien dijo en la última reunión de periodistas en privado que "no conozco", cuando el delantero de Pumas fue titular en la pasada Copa América, junto con Nery Castillol, en aquella selección dirigida por Hugo Sánchez.
En la televisión abierta se ha desatado una tronante campaña publicitaria en favor del "sí se puede" ganar a Estados Unidos, con los comentaristas como ejes centrales para dar tranquilidad a los aficionados escépticos, que sólo ven en el partido del miércoles el gran temor no de una derrota, sino de una escandalosa exhibida de la selección mexicana.
Lástima que esa campaña optimista no sea observada por los integrantes del equipo de Estados Unidos, a quienes subliminalmente tratamos de minimizar restándole las virtudes que ellos han mostrado en la cancha.
Este miércoles México no juega simplemente tres puntos. La guillotina está lista, Javier Aguirre está sentado en un palco de primera fila, frotándose las manos ante la posibilidad de volver a dirigir a la selección en un mundial, mientras que Eriksson tendrá que poner todas las pilas de su atención (aunque deje de ir a cenar a La Condesa) para convencer a 120 millones de mexicanos que sí sabe de futbol, sí entiende la idiosincracia del mexicano y sí sabe ganar como visitante.