Deportes
Atuendo futbolero
“Me hizo recordar, cuando venía en el avión de México para acá, cuando por primera vez tuve la oportunidad de venir al futbol español como jugador. Estoy contento e ilusionado”. Hugo Sánchez al llegar ayer a Almería.
Hugo Sánchez está de vuelta. Este domingo llegó a Almería, la ciudad costera y portuaria española que más horas de sol tiene al año, para enfrentar el desafiante reto de lograr la permanencia de este equipo en la primera división.
Hugo tardó prácticamente nueve meses en volver a la actividad, luego de que el 31 de marzo pasado fue despedido como entrenador nacional, tras el fracaso preolímpico que nos dejó fuera de los juegos de Beijing.
Lejos de los reflectores, lo que no es común en él, guardó en lo general un prudente silencio, yendo de San Diego a Cancún y a Madrid, para descansar, meditar y seguir una vida social activa al lado de su esposa Isabel y de sus hijas gemelas.
En México rechazó un proyecto deportivo en Chiapas, con el Jaguares, y tal vez cansado de una espera en la que mejores ofertas no llegaban (hubo otra del Galaxy de Los Ángeles que francamente consideró “ofensiva” para su trayectoria).
Hugo no se sentó en el banquillo del Real Madrid después del despido de Bernard Schuster. Tampoco tenía posibilidad alguna en los grandes cuadros españoles, por lo que debió refugiarse y comenzar a picar piedra en uno de los cuadros modestos de la poderosa liga española, como es el Almería.
Las oportunidades, dicen, nunca son despreciables, más si se es respetado y alguien se siente capaz de enfrentar el desafío.
Recién ascendido, tras un largo purgatorio de casi 30 años en la división de ascenso, la ciudad de Almería por fin tiene otra vez futbol de primera y ahora tendrá a un entrenador polémico, que dará motivos para publicar en los diarios pero del cual también se espera que entregue rápidos resultados porque los últimos han sido desalentadores, con cuatro derrotas (ante Sporting, Numancia, Deportivo La Coruña y Osasuna) y un pobre empate (ante Rácing) en los últimos cinco partidos.
Pero a pesar de esta racha, el equipo no está en el fondo de la clasificación española, sino que se mantiene en el lugar 16 entre 20 competidores, con cuatro triunfos, cuatro empates y ocho derrotas, para un total de 16 puntos. Se encuentra todavía encima de Mallorca, Espanyol de Barcelona, Recreativo Huelva y Osasuna.
A su llegada a España, Hugo se mostró agradecido con la oportunidad y humilde, sin aquellas poses que en la selección nacional habían convertido su situación en literalmente insostenible porque sus innecesarios pleitos con la prensa y la soberbia que tuvo con algunos dirigentes.
Ojalá que haya aprendido de la dolorosa lección porque ha sido uno de los peores fracasos de su historia deportiva. Exigió casi a gritos la selección en tiempos de Ricardo LaVolpe, lo atacó, fustigó a los directivos y cuando recibió el cargo no pudo calificar a la Copa Confederaciones Sudáfrica 2009 ni a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
En la selección cometió pecados imperdonables, como trabajar muy poco, no observar en directo a los rivales, buscar la comodidad de Cancún para una concentración y no mostrar flexibilidad táctica con su inamovible sistema de 4-4-2.
Si Hugo aprovecha esta ocasión, se pone a trabajar duro, a estudiar, a vivir más intensamente el futbol desde el banquillo, seguramente saldrá fortalecido de la experiencia. Lo que no mata te hace más fuerte.
Hugo no ha dilapidado todo su capital deportivo acumulado, por lo que tendrá que comenzar su carrera en España desde abajo, sin soberbia, humilde (parece imposible, pero podría ser) para aspirar luego a ser considerado buena opción por los grandes clubes españoles o europeos.
Y también tendrá que llegar a la conclusión que una vez tuvimos la oportunidad de decirle frente a frente: “Eres Hugo Sánchez, no Dios”.
Hugo tardó prácticamente nueve meses en volver a la actividad, luego de que el 31 de marzo pasado fue despedido como entrenador nacional, tras el fracaso preolímpico que nos dejó fuera de los juegos de Beijing.
Lejos de los reflectores, lo que no es común en él, guardó en lo general un prudente silencio, yendo de San Diego a Cancún y a Madrid, para descansar, meditar y seguir una vida social activa al lado de su esposa Isabel y de sus hijas gemelas.
En México rechazó un proyecto deportivo en Chiapas, con el Jaguares, y tal vez cansado de una espera en la que mejores ofertas no llegaban (hubo otra del Galaxy de Los Ángeles que francamente consideró “ofensiva” para su trayectoria).
Hugo no se sentó en el banquillo del Real Madrid después del despido de Bernard Schuster. Tampoco tenía posibilidad alguna en los grandes cuadros españoles, por lo que debió refugiarse y comenzar a picar piedra en uno de los cuadros modestos de la poderosa liga española, como es el Almería.
Las oportunidades, dicen, nunca son despreciables, más si se es respetado y alguien se siente capaz de enfrentar el desafío.
Recién ascendido, tras un largo purgatorio de casi 30 años en la división de ascenso, la ciudad de Almería por fin tiene otra vez futbol de primera y ahora tendrá a un entrenador polémico, que dará motivos para publicar en los diarios pero del cual también se espera que entregue rápidos resultados porque los últimos han sido desalentadores, con cuatro derrotas (ante Sporting, Numancia, Deportivo La Coruña y Osasuna) y un pobre empate (ante Rácing) en los últimos cinco partidos.
Pero a pesar de esta racha, el equipo no está en el fondo de la clasificación española, sino que se mantiene en el lugar 16 entre 20 competidores, con cuatro triunfos, cuatro empates y ocho derrotas, para un total de 16 puntos. Se encuentra todavía encima de Mallorca, Espanyol de Barcelona, Recreativo Huelva y Osasuna.
A su llegada a España, Hugo se mostró agradecido con la oportunidad y humilde, sin aquellas poses que en la selección nacional habían convertido su situación en literalmente insostenible porque sus innecesarios pleitos con la prensa y la soberbia que tuvo con algunos dirigentes.
Ojalá que haya aprendido de la dolorosa lección porque ha sido uno de los peores fracasos de su historia deportiva. Exigió casi a gritos la selección en tiempos de Ricardo LaVolpe, lo atacó, fustigó a los directivos y cuando recibió el cargo no pudo calificar a la Copa Confederaciones Sudáfrica 2009 ni a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
En la selección cometió pecados imperdonables, como trabajar muy poco, no observar en directo a los rivales, buscar la comodidad de Cancún para una concentración y no mostrar flexibilidad táctica con su inamovible sistema de 4-4-2.
Si Hugo aprovecha esta ocasión, se pone a trabajar duro, a estudiar, a vivir más intensamente el futbol desde el banquillo, seguramente saldrá fortalecido de la experiencia. Lo que no mata te hace más fuerte.
Hugo no ha dilapidado todo su capital deportivo acumulado, por lo que tendrá que comenzar su carrera en España desde abajo, sin soberbia, humilde (parece imposible, pero podría ser) para aspirar luego a ser considerado buena opción por los grandes clubes españoles o europeos.
Y también tendrá que llegar a la conclusión que una vez tuvimos la oportunidad de decirle frente a frente: “Eres Hugo Sánchez, no Dios”.