Deportes
A propósito
* Luis García
Además del ex atacante de las “Chivas” —entre otros equipos— y actualmente comentarista en un canal de televisión, hay otro Luis García. El segundo apellido del ex futbolista mexicano es Postigo. El de su homónimo —español de origen y poeta de oficio—, Montero.
Sería aventurado aseverar que el Luis García mexicano tiene más reconocimiento o más fama que el Luis García español. Aquél, aquí, hizo un nombre en las canchas y lo mantiene en los medios. El otro, allá, es uno de los más respetados intelectuales andaluces...
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Además de que a Luis García Postigo se le podía leer en México desde hacía varios años, hubo ocasión de conocerlo hace dos años, en vísperas de la Feria Internacional del Libro que tuvo a Andalucía como invitada de honor. Hubo dos agradables encuentros con él: uno en su natal Granada (“Dale limosna, mujer, / que no hay en el mundo nada / como la pena de ser / ciego en Granada”, dice la copla de Icaza), en que García Postigo hizo un sentido elogio a la hospitalidad mexicana para los refugiados de la Guerra Civil; otro en Madrid, para un inolvidable diálogo con el ya más que centenario escritor Francisco Ayala.
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Ahora, so pretexto de la Eurocopa, García Montero fue invitado por “El País” a escribir... de futbol. En “Balón Envenenado” (VI-11-08) evoca los orígenes de su afición por el deporte. “Habría vendido el alma al diablo —dice— por saber los domingos por la mañana las noticias que los árbitros pitaban el domingo por la tarde y los periódicos recogían el lunes por la mañana”.
Otro de sus párrafos: “Soy poeta porque el futbol me enseñó a ajustar cuentas con la realidad a través de la imaginación y las pequeñas trampas. Con una caja de cartón y varias pelotas, gané varios Mundiales en la terraza de la casa de mis padres con la camiseta de la selección. Bastaba con tirar mejor en nombre de España que de Brasil para salir ganando (...). La gente que desconoce las reglas del futbol no puede disfrutar de una buena jugada y sólo ve a 22 tontos corriendo detrás de un balón. La gente que no conoce los fundamentos de la vida suele despreciar la poesía y sólo utiliza los campos de hierba para pastar como los animales...”.
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Colofón: ¡Viva el talento...!
Sería aventurado aseverar que el Luis García mexicano tiene más reconocimiento o más fama que el Luis García español. Aquél, aquí, hizo un nombre en las canchas y lo mantiene en los medios. El otro, allá, es uno de los más respetados intelectuales andaluces...
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Además de que a Luis García Postigo se le podía leer en México desde hacía varios años, hubo ocasión de conocerlo hace dos años, en vísperas de la Feria Internacional del Libro que tuvo a Andalucía como invitada de honor. Hubo dos agradables encuentros con él: uno en su natal Granada (“Dale limosna, mujer, / que no hay en el mundo nada / como la pena de ser / ciego en Granada”, dice la copla de Icaza), en que García Postigo hizo un sentido elogio a la hospitalidad mexicana para los refugiados de la Guerra Civil; otro en Madrid, para un inolvidable diálogo con el ya más que centenario escritor Francisco Ayala.
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Ahora, so pretexto de la Eurocopa, García Montero fue invitado por “El País” a escribir... de futbol. En “Balón Envenenado” (VI-11-08) evoca los orígenes de su afición por el deporte. “Habría vendido el alma al diablo —dice— por saber los domingos por la mañana las noticias que los árbitros pitaban el domingo por la tarde y los periódicos recogían el lunes por la mañana”.
Otro de sus párrafos: “Soy poeta porque el futbol me enseñó a ajustar cuentas con la realidad a través de la imaginación y las pequeñas trampas. Con una caja de cartón y varias pelotas, gané varios Mundiales en la terraza de la casa de mis padres con la camiseta de la selección. Bastaba con tirar mejor en nombre de España que de Brasil para salir ganando (...). La gente que desconoce las reglas del futbol no puede disfrutar de una buena jugada y sólo ve a 22 tontos corriendo detrás de un balón. La gente que no conoce los fundamentos de la vida suele despreciar la poesía y sólo utiliza los campos de hierba para pastar como los animales...”.
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Colofón: ¡Viva el talento...!