Deportes
* Falso orgullo
A propósito, por Jaime García Elías
Belice no era nadie, futbolísticamente hablando, para aspirar a ponerle el cascabel al gato de la Concacaf (México, supuestamente). Otros, en cambio...
Chucho Ramírez ya escribió, al menos en esta etapa, el capítulo de la historia del que quiso el destino que fuera protagonista. Recogió la estafeta que estuvo en manos de Hugo Sánchez, en una gestión pobre en resultados y conflictiva en el entorno de la Selección Nacional, y la deja en manos de Sven-Göran Eriksson. La deja a la voz de “misión cumplida”, con el “Tri” aprobado en la primera aduana de la eliminatoria mundialista.
*
Claro: ahora viene lo bueno: la primera fase de grupos, en que México, normalmente, debe avanzar, junto con Honduras, como abanderados del Grupo II, a la fase decisiva. En esta, si el diablo no mete la cola, deberá coincidir con Estados Unidos y Guatemala, teóricamente los fuertes del Grupo II, más Costa Rica y El Salvador, los de más “pedigrée” en el III. De Cuba y Trinidad y Tobago, que complementan el primer bloque, como de Jamaica y Canadá, que están en el de México, y de Surinam y Haití, inscritos en el III, salvo alguna sorpresa mayúscula --imprevisible por ahora, en consecuencia--, sólo puede esperarse que cumplan con el nada envidiable papel de “carne para los leones”.
*
En los dos encuentros amistosos (la escandalosa derrota ante Argentina y la cómoda victoria sobre Perú) y en los dos oficiales (victorias sobre Belice, por 2-0 y 7-0) que ha presenciado desde que fue designado técnico nacional, precisamente para relevar a Chucho Ramírez, Eriksson ya debió hacer un diagnóstico sobre las cualidades --algunas habrá...-- y las carencias más acentuadas del “Tri”: básicamente, la falta de jugadores talentosos, capaces de encender la luz en la cancha cuando los partidos se complican..., y, por supuesto, la carencia de jugadores provistos de la cuota de gol indispensable para traducir a los hechos la teórica condición de favorita de una escuadra.
Falta calidad. En ese aspecto, por más que quiera, es muy poco lo que Eriksson puede aportar... Faltan ideas, también. Y es ahí que el técnico sueco debe demostrar que fue un acierto de los dirigentes del futbol mexicano hacer con el falso orgullo un papalote, e ir al otro lado del mundo a buscarlo para que aporte lo que aquí, hasta donde alcanza a percibirse, no hay.
Chucho Ramírez ya escribió, al menos en esta etapa, el capítulo de la historia del que quiso el destino que fuera protagonista. Recogió la estafeta que estuvo en manos de Hugo Sánchez, en una gestión pobre en resultados y conflictiva en el entorno de la Selección Nacional, y la deja en manos de Sven-Göran Eriksson. La deja a la voz de “misión cumplida”, con el “Tri” aprobado en la primera aduana de la eliminatoria mundialista.
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Claro: ahora viene lo bueno: la primera fase de grupos, en que México, normalmente, debe avanzar, junto con Honduras, como abanderados del Grupo II, a la fase decisiva. En esta, si el diablo no mete la cola, deberá coincidir con Estados Unidos y Guatemala, teóricamente los fuertes del Grupo II, más Costa Rica y El Salvador, los de más “pedigrée” en el III. De Cuba y Trinidad y Tobago, que complementan el primer bloque, como de Jamaica y Canadá, que están en el de México, y de Surinam y Haití, inscritos en el III, salvo alguna sorpresa mayúscula --imprevisible por ahora, en consecuencia--, sólo puede esperarse que cumplan con el nada envidiable papel de “carne para los leones”.
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En los dos encuentros amistosos (la escandalosa derrota ante Argentina y la cómoda victoria sobre Perú) y en los dos oficiales (victorias sobre Belice, por 2-0 y 7-0) que ha presenciado desde que fue designado técnico nacional, precisamente para relevar a Chucho Ramírez, Eriksson ya debió hacer un diagnóstico sobre las cualidades --algunas habrá...-- y las carencias más acentuadas del “Tri”: básicamente, la falta de jugadores talentosos, capaces de encender la luz en la cancha cuando los partidos se complican..., y, por supuesto, la carencia de jugadores provistos de la cuota de gol indispensable para traducir a los hechos la teórica condición de favorita de una escuadra.
Falta calidad. En ese aspecto, por más que quiera, es muy poco lo que Eriksson puede aportar... Faltan ideas, también. Y es ahí que el técnico sueco debe demostrar que fue un acierto de los dirigentes del futbol mexicano hacer con el falso orgullo un papalote, e ir al otro lado del mundo a buscarlo para que aporte lo que aquí, hasta donde alcanza a percibirse, no hay.