Cultura

Itinerario

La expresión crítica

Sostengo que ante cualquier intento de planeación de política cultural, sea ésta municipal o estatal, se debe contar con la confianza, aceptación y participación de los ciudadanos que en este caso, particularmente es la comunidad cultural, integrada por artistas, sean estos intérpretes, ejecutantes, músicos, pintores, escritores, bailarines, artesanos, cineastas, dramaturgos, actores, productores, promotores, gestores e investigadores, entre otros, sin olvidar a los públicos asistentes de actividades artísticas ni a los medios de comunicación que dan cobertura de difusión cultural.

Considero que uno de los puntos básicos para la construcción de toda política pública radica en la fuerza de convocatoria plural y diversa de sus participantes, la cual sólo es posible mediante un esquema incluyente y un eficiente programa de socialización.

En la esfera burocrática -desde donde, por razones de administración, provienen las iniciativas- suele contarse con una actitud incluyente, vislumbrada en el discurso y en muy contadas ocasiones en la práctica. ¿O algún miembro de la comunidad cultural ha sido convocado para participar en la formulación del programa de cultura en las administraciones municipales recién iniciadas?, ¿algún titular o responsable de esta área ha dado a conocer su programa anual o al menos difundido los trazos que tendrá su administración?, ¿se cuenta en verdad con una planeación?, ¿y si se cuenta con ella, fue compartida y aprobada por los principales afectados?

Pareciera que lejos de estas elementales necesidades al inicio de las administraciones municipales, el ciudadano no sólo desconoce el plan, programa o política cultural a ejercer, sino que también es testigo de la negativa de informar que algunos funcionarios muestran cuando los medios de comunicación cuestionan.

La expresión crítica es un procedimiento eficaz para exorcizar la falta de comunicación y la falta de productividad; es un recurso necesario que debe ser ejercido cuantas veces se requiera, con la intención de transformar nuestra realidad, en una cada vez mejor.

Lo mejor que nos puede pasar es un diálogo constante entre las autoridades y los ciudadanos, donde los segundos sean parámetro y decisión, mientras los primeros se esfuerzan por ser receptores y facilitadores.

Es tiempo de vivir la cultura como un asunto público. Pero es también una obligación ineludible de quien planea, entender que ante la cultura es un servidor público y por lo mismo su trabajo se debe a un asunto público.

Temas

Sigue navegando