Cultura
Itinerario
La cultura como asunto público
En la última década el rubro de la cultura se ha incorporado a la plataforma económica de los gobiernos.
Y es que el campo de acción de la cultura, potencializado por su inherente origen creativo, ha preconfigurado una nueva dimensión de la economía emergente, notoria en los años recientes.
De ahí que en las estrategias de planeación y modelos de operación implementados por los gobiernos de todos los niveles, la cultura, como arista social, haya sido incorporada a la agenda política, como un asunto público.
En nuestro país y particularmente en nuestro Estado, esta realidad -aplicada en países europeos y en uno que otro sudamericano- no ha sido considerada o bien por falta de visión o bien por desconocimiento y ausencia de una política pública integradora.
Las circunstancias que se presentan hoy por hoy -al menos en la Zona Conurbada de Guadalajara- en donde se dan factores que permiten un mosaico político más o menos homogéneo por las razones partidistas y generacionales de quienes gobiernan, abre la posibilidad de que bajo un diagnóstico consciente se implemente un sistema teórico y operativo, que muestre las ventajas sociales que traería el hecho de contemplar a la cultura como un asunto público, lo cual quiere simplemente decir que, la cultura forme parte de la agenda de gobierno por su impacto social y económico, así como por su peso relevante en la conformación de estructuras sociales.
Con base en este nuevo entendimiento la cultura bien puede ser atendida, desde su importancia económica, en tres grandes ejes: a) el entretenimiento y los espectáculos, donde tanto los artistas del teatro como de la danza, principalmente, se vuelven pequeños generadores de empleo a la vez que promueven aportaciones monetarias; b) las industrias culturales concentradas en la producción libresca y discográfica, con especial atención a editores y productores locales, se asoman como un campo a explorar con garantía de crecimiento, con la solidaridad de las autoridades quienes tienen todo para ser facilitadoras de buenos tratos fiscales y supervisar una competitividad equitativa; y c) y la conservación del patrimonio, donde destaca la remodelación y adaptación de espacios, remozamiento y rediseño de la imagen urbana, así como el rescate de aquellos elementos identitarios que refuerzan el sentimiento de pertenencia de los ciudadanos.
Es en este último inciso donde se ha visto trabajo por parte del Gobierno del Estado, centrado en un concepto parcial de turismo cultural, cuasi turismo religioso.
La cultura como asunto público tiene una cita impostergable, ineludible; y confío en que así es entendido por los principales actores de la política municipal, al menos eso dejan ver los intereses por presidir las comisiones edilicias relacionadas con el rubro cultural, tanto del coordinador panista, Jorge Salinas, quien está al frente de la Comisión de Cultura, como por el propio Alcalde de Guadalajara, Aristóteles Sandoval, quien preside la Comisión de Centro, Barrios, Tradiciones y Monumentos.
En otras palabras, los mayores intereses políticos muestran un rostro cultural.
Y es que el campo de acción de la cultura, potencializado por su inherente origen creativo, ha preconfigurado una nueva dimensión de la economía emergente, notoria en los años recientes.
De ahí que en las estrategias de planeación y modelos de operación implementados por los gobiernos de todos los niveles, la cultura, como arista social, haya sido incorporada a la agenda política, como un asunto público.
En nuestro país y particularmente en nuestro Estado, esta realidad -aplicada en países europeos y en uno que otro sudamericano- no ha sido considerada o bien por falta de visión o bien por desconocimiento y ausencia de una política pública integradora.
Las circunstancias que se presentan hoy por hoy -al menos en la Zona Conurbada de Guadalajara- en donde se dan factores que permiten un mosaico político más o menos homogéneo por las razones partidistas y generacionales de quienes gobiernan, abre la posibilidad de que bajo un diagnóstico consciente se implemente un sistema teórico y operativo, que muestre las ventajas sociales que traería el hecho de contemplar a la cultura como un asunto público, lo cual quiere simplemente decir que, la cultura forme parte de la agenda de gobierno por su impacto social y económico, así como por su peso relevante en la conformación de estructuras sociales.
Con base en este nuevo entendimiento la cultura bien puede ser atendida, desde su importancia económica, en tres grandes ejes: a) el entretenimiento y los espectáculos, donde tanto los artistas del teatro como de la danza, principalmente, se vuelven pequeños generadores de empleo a la vez que promueven aportaciones monetarias; b) las industrias culturales concentradas en la producción libresca y discográfica, con especial atención a editores y productores locales, se asoman como un campo a explorar con garantía de crecimiento, con la solidaridad de las autoridades quienes tienen todo para ser facilitadoras de buenos tratos fiscales y supervisar una competitividad equitativa; y c) y la conservación del patrimonio, donde destaca la remodelación y adaptación de espacios, remozamiento y rediseño de la imagen urbana, así como el rescate de aquellos elementos identitarios que refuerzan el sentimiento de pertenencia de los ciudadanos.
Es en este último inciso donde se ha visto trabajo por parte del Gobierno del Estado, centrado en un concepto parcial de turismo cultural, cuasi turismo religioso.
La cultura como asunto público tiene una cita impostergable, ineludible; y confío en que así es entendido por los principales actores de la política municipal, al menos eso dejan ver los intereses por presidir las comisiones edilicias relacionadas con el rubro cultural, tanto del coordinador panista, Jorge Salinas, quien está al frente de la Comisión de Cultura, como por el propio Alcalde de Guadalajara, Aristóteles Sandoval, quien preside la Comisión de Centro, Barrios, Tradiciones y Monumentos.
En otras palabras, los mayores intereses políticos muestran un rostro cultural.