El delito por el que se realizan más detenciones ciudadanas en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) es el robo a negocios.Según la Fiscalía, entre enero de 2016 y octubre de este año, los habitantes han llevado a cabo 50 arrestos por su propia mano: 41 se dieron por robo en sus distintas modalidades y entre estos, 15 se cometieron en un comercio.El Artículo 16 de la Constitución establece que las personas pueden detener a presuntos delincuentes en flagrancia o justo después de cometido el ilícito, siempre y cuando avisen a las autoridades.La mayor parte de esas detenciones se concentra en el Centro de la ciudad, con nueve casos, y las colonias que le siguen son Jardines de La Paz (cuatro), Benito Juárez (cuatro) y Valladares (tres).La dependencia estatal reconoce que, aunque en nueve casos los acusados habían sido golpeados antes de que llegaran las autoridades, ningún colono fue aprehendido o señalado por ello.Además, a pesar de que Guadalajara concentra la mayoría de casos, también suceden en Zapopan y Tlaquepaque, que reportan seis y siete hechos, respectivamente. Tlajomulco, por su parte, tiene reportes de cuatro capturas civiles.Rogelio Barba, académico de la Universidad de Guadalajara (UdeG), destaca estas acciones son una señal del “fallo” de las instituciones de seguridad.Sin embargo, aclara que se debe proceder con cuidado de no caer en “delitos de reacción” por parte de la población. Humberto Collazo trabaja en una de las fruterías que se encuentran sobre la calle Zaragoza, en las proximidades del Mercado Corona. Es bien conocido en la zona por haber detenido en varias ocasiones a ladrones que él mismo descubrió cuando trataron de realizar algún robo en los comercios en la zona. “Nadie se nos ha escapado aquí. Nosotros los agarramos y les damos su zarandeada”, dice. Recuerda una ocasión, hace aproximadamente cuatro meses, cuando un par de individuos despojaron de sus carteras a dos mujeres y él, junto con otros comerciantes de la zona, los alcanzaron y sometieron. De igual forma, sostiene que es común observar a quien trata de huir con mercancía robada de las tiendas departamentales del primer cuadro tapatío. Los mismos comerciantes de la zona indican que “los señores de la fruta” son las personas a las que suelen acudir cuando detectan que alguien ha cometido un delito. “Estamos unidos. Somos poquitos, pero somos guerreros”, afirma.Ernesto Lara, propietario de un local que vende artículos para fiestas, menciona que los robos en el punto son “el pan de cada día”. Hace tres meses fue testigo de cómo era atrapado, por los mismos comerciantes, “un cuate que se robó unas camisas”. Cuenta que éste iba corriendo desde la calle Independencia cuando los comerciantes lo alcanzaron y “le metieron su buena bailada”. Por su parte, Luis García, quien desde hace cinco años labora en una tienda de ropa ubicada sobre la calle Contreras Medellín, comenta que recientemente observó a un joven que fue interceptado por trabajadores de una papelería, luego de que éstos se percataron que había despojado de su celular a una clienta. Todos los comerciantes consultados por este medio coinciden en que no se advierte que la presencia de las autoridades sea lo suficientemente fuerte como para evitar esta clase de hurtos en el Centro tapatío. “No te sientes resguardado”, dice Ernesto Lara.En lo que va del año, la Fiscalía del Estado sólo ha registrado una detención ciudadana en el Centro de Guadalajara. Sin embargo, el recorrido que este medio hizo en el área confirmó que es una situación más frecuente de lo que queda patente en los registros oficiales. Entre la noche del pasado 24 de septiembre y la madrugada del 25, la Policía de Puerto Vallarta registró cuatro reportes, particularmente extraños, en diferentes puntos del municipio. Todos decían lo mismo: hombres que habían sido amarrados a postes y con señalamientos atados al cuerpo que los acusaban de ladrones. Todos habían sido despojados de sus prendas, tenían heridas de golpes y habían sido rapados de tal forma que se formara una “R” en sus cabezas. Las víctimas huyeron justo después de ser desatadas por los policías.Pero justo un día después, las autoridades municipales tuvieron conocimiento de otras seis personas; estaban en las mismas condiciones. Estas últimas incluso fueron golpeadas con tablas. Aunque la mayoría se negó a dar información, algunos afirmaron haber sido privados de su libertad por un grupo armado. Pero ninguno habló de más: no revelaron identidades ni motivos de la agresión. “Esto no tiene que ver con el Estado de derecho”, dice el académico de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Rogelio Barba. “La gente que hace esto está violentando la ley más que el propio delincuente”, y agrega que es deber de los ciudadanos que realizan estas capturas remitir a los detenidos a las autoridades de manera inmediata. Hasta el momento se desconoce quién o quiénes eran los captores de los presuntos ladrones. Los vallartenses incluso calificaron como “justiciero” a ese “héroe” anónimo.Ocotlán y La Barca, a la cabeza Las detenciones hechas por civiles no sólo ocurren en la metrópoli. En el interior del Estado se han llevado a cabo 28 arrestos de esta clase desde el año 2009. Y los municipios de Ocotlán y la Barca concentran la mayoría de estos casos, según las cifras de la autoridad estatal.La Fiscalía Regional reporta que Ocotlán es la única localidad en la que se han dado incidencias de este tipo en lo que va del año: tres reportes entre marzo y julio. En noviembre de 2017, un ladrón fue sorprendido cuando sustraía enseres domésticos en el Fraccionamiento Los Potrillos.La detención se dio a manos de vecinos, quienes se coordinaron a través de WhatsApp.Atotonilco y Poncitlán comparten el tercer puesto con cuatro casos cada uno, mientras que Tototlán tiene un solo reporte, que data de diciembre de 2014. Rogelio Barba (académico de la UdeG)Las detenciones ciudadanas están permitidas en la Constitución…, pero hay una forma adecuada para llevarlas a cabo. “Todos tenemos derecho a detener a una persona en flagrancia, pero se debe hacer de manera equilibrada, de manera racional con la finalidad de no excederse y violentar la norma”.El Artículo 16 de la Carta Magna indica que “cualquier persona puede detener al indiciado en el momento en que esté cometiendo un delito o inmediatamente después de haberlo cometido, poniéndolo sin demora a disposición de la autoridad más cercana”. Recuerda que es importante poner énfasis en el requerimiento de la flagrancia para realizar la detención. Y para esto, remite al Código Nacional de Procedimientos Penales, cuyo Artículo 146 define que eso ocurre “en el momento de estar cometiendo un delito”, o cuando es detenida “inmediatamente después de cometerlo”. “Uno debe detener a la persona, inmovilizarla y entregarla a la autoridad competente más cercana”, sentencia el experto.Apenas en agosto pasado, dos individuos señalados como presuntos secuestradores fueron quemados vivos por un grupo de ciudadanos enardecidos. Éstos incluso los sacaron de la cárcel municipal para prenderles fuego, sin que los oficiales que los habían resguardado hicieran algo para protegerlos. El hecho ocurrió en el Estado de Puebla, particularmente en la comunidad de San Vicente Boquerón, perteneciente al municipio de Acatlán de Osorio. Los fallecidos tenían 53 y 22 años y fueron los mismos pobladores quienes los señalaron y comenzaron a golpearlos.Los policías llegaron y los rescataron para, después, llevarlos a los separos municipales. Pero la muchedumbre siguió a los oficiales y forzó a los policías a retirarse de la prisión para sacar a golpes a los dos detenidos. Los siguieron agrediendo y luego los quemaron vivos.Decenas de personas que estaban presentes optaron por grabar el hecho con sus teléfonos móviles para subirlo a redes sociales. Allí quedó registrada su muerte.Días después, la Fiscalía de Puebla confirmó que los fallecidos eran dos campesinos. Al mismo tiempo descartó que se tratara de “robachicos”.Fuente: Fiscalía del Estado