Miércoles, 19 de Febrero 2025

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‘‘Vida en Nueva York’’

Por: EL INFORMADOR

Tolito no sabe nada de su hermano Bernardo que vive en Nueva York, y con eso de las leyes antimigrantes, pues está francamente preocupado.

El tío Bernardo siempre afirmó que su máximo deseo era volver a vivir en México y nunca pudo lograrlo, esencialmente porque nunca lo intentó, aunque hay que decirlo, tampoco había ninguna razón para que lo hiciera, de hecho no recordaba cómo había ido a dar allá donde no le gustaba la comida ni hablaba una palabra de inglés. Sin embargo, hasta donde se acordaba llegó a la Gran Manzana porque le dijeron que era municipio de Yahualica y a él le gustaba la salsa que ahí hacían, pero en cuanto supo él dónde estaba, por poco se muere del susto. Eso fue hace más de 40 años y sigue ahí, preguntándose cada mañana qué demonios hacía en Nueva York.

La llegada a una ciudad tiene mucho de tensionante, sobre todo si no conoces a nadie; él conocía un cuate que era de Paredones y que según eso vivía en esa urbe, de manera que se lanzó a buscarlo, ya que es bien sabido que los paisas son muy ayudadores; a su amigo le decían “El Molacho”. Por más que preguntó y preguntó, nadie supo darle razón. Es curioso cómo cambia la vida en las ciudades, en Nueva York buscando y rebuscando no hallas a nadie, aunque lo intentes, en cambio en Yahua, llegas preguntando por alguien con sólo dar las señas y antes de una hora ya lo encontraste.
Tuvo que reconocer la terrible realidad: estaba solo en una ciudad desconocida y sin dinero no podía vivir, salvo que usted considere vivir andar durmiendo en un parque y comiendo en los basureros, lo que no iba con el tío, quien decía que su cuerpecito estaba hecho para el confort y no para el sufrimiento. Por lo que, después de una profunda meditación decidió hacer lo que más aborrecía: trabajar. Hay que decir que el tío era tan flojo que para tener familia quería conseguir por esposa una mujer con hijos, o cuando menos embarazada para no tener que hacerlos él mismo.

Ingresó a laborar por muy poco dinero a un salón de fiestas para niños, su trabajo era limpiar el lugar después de celebradas, vestido de payaso. Es sabido que en los festejos, a los pequeños monstruos no les gusta comer, sino destrozar la comida, la cual se queda intacta, sólo que revuelta, lo que permitió que el tío comiera como Dios manda, y aunque es claro que más cornadas da el hambre y los restos de refresco no le sabían mal.

Otro día les contaré de cuando Bernardo decidió llegar al matrimonio.

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