| Temas para reflexionar Por: EL INFORMADOR 10 de diciembre de 2010 - 23:00 hs Ésta es una estadística escalofriante que da razón de la inhabitabilidad en la Ciudad de México: cada año hay dos mil 500 manifestaciones que equivalen a 6.8 marchas por día, o lo es lo mismo, una cada cuatro horas. Ha habido casos en que pequeños grupos de 15 personas han cerrado el Paseo de la Reforma, sin importar cuán legítimas pudieran ser sus motivaciones. La vida cotidiana llena de incertidumbres se ha vuelto impredecible, pues la estrangulación de una arteria importante genera un caos vial multiplicador. Hay marchas de todo y para todos; políticas y económicas; sociales y particulares; de niños y de niñas; con machetes y pañuelos blancos; de policías contra delincuentes y de delincuentes contra el Gobierno; de marginados; de campesinos y burócratas; de obreros y encuerados, etc. De todo y para todos. En los últimos cinco años se han movilizado en la Ciudad de México 10 millones de personas, es decir, cinco mil 479 personas por día; 228 por cada horas. Hay dos mil 500 protestas exasperantes por año. ¿Se les puede pedir a los inconformes que ya no marchen? Para los políticos, esta petición debe ser una exigencia. Es preocupante la frustración de una sociedad de agravios acumulados y tolerancia decreciente. ¿Hasta cuándo? La talentosa escritora Claudia Ruiz Arreola, ha dicho que en las sociedades modernas, el mundo de nuestros días, la más alta ventura, la felicidad mayor está radicada en el dinero, en vastas posesiones, en la fama, en los placeres, en las relaciones humanas y en el consumo, consumo, consumo. Son muchas y muy variadas las personas de nuestra alta sociedad que en su despreocupada y cotidiana felicidad son personas totalmente opuestas al Iván Elich de León Tolstoi, “magistrado que vive la vida horrible de los horrores rutinarios y los días que terminan siendo un solo día, todos iguales”. La lealtad es un valor que no se cuestiona; y es fiel a los amigos, a los compromisos, a los amores bien ganados. El periodismo mexicano —decía Guillermo Prieto en el Constituyente de 1856— no puede juzgarse por dos o tres bribones, sino por dos o tres que han sabido cumplir su compromiso por escrito. Muchos políticos tienen cara de poliedro: según el personaje muestran el gesto adecuado, la columna vertebral gelatinosa. Cuando nos envuelve la soledad, es inútil tratar de evadir el agobio de los recuerdos. La tristeza, la desconfianza, el recelo y esas resequedades del corazón, ensombrecen el horizonte y tornan la vida en desánimo, en descorazonamiento y postración. Un poderoso sin poder, un político liquidado, es siempre lo más miserable del mundo. Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones