Jueves, 18 de Abril 2024

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Renovar energías

Por: EL INFORMADOR


El cambio climático que estamos viviendo a nivel global ya no está puesto en entredicho como lo estuvo hace pocos años. Todos los organismos internacionales serios muestran ya su preocupación por plantear políticas públicas para atenuar los probables efectos adversos que se pronostican. Entre los más advertidos sobresalen las consecuencias negativas provocadas por el aumento de las sequías, las tormentas, las inundaciones. Y todo esto principalmente por el uso excesivo de combustibles fósiles para alimentar la maquinaria voraz de la economía global.

Hay que tomar distancia en el tiempo, mucha distancia, para entender mejor la situación. Los combustibles fósiles son fósiles porque son lo que ha quedado de los restos de ecosistemas que existieron hace ya muchos millones de años, antes de la aparición de cualquier actividad humana sobre la faz de la Tierra.

Las condiciones ambientales propias de nuestro planeta cambian a medida que la vida evoluciona. Hasta podemos decir que son en parte el resultado de este proceso. Las plantas toman energía de los rayos del Sol, agua y minerales del suelo y bióxido de carbono del aire para crecer mediante su mágica fotosíntesis. Parte clave de su alimentación es la luz del Sol. Así se volvieron las principales productoras de materiales nuevos al sintetizarse los componentes químicos que formarían sus propios cuerpos, azúcares, almidones, grasas y proteínas que han servido de alimento para los animales que no tienen otra fuente de sostén que éste. Los cadáveres de los seres vivos conservan estos materiales que se formaron, en principio gracias a la energía del Sol.

En las primeras etapas del planeta, la temperatura era mayor y el aire de la atmósfera contenía más bióxido de carbono que en la actualidad. Estas condiciones ambientales provocaron el rápido crecimiento de las plantas y los animales. De ellos vienen los restos fósiles que ahora presumimos: energéticos combustibles carboníferos. Oro negro; carbón sólido, petróleo líquido. Los hoy llamados “yacimientos” antes eran grandes cementerios naturales.

El calentamiento global provocado ahora por los “gases de efecto invernadero” se debe a que, al quemar estos materiales para extraerles su energía, estamos deshaciendo la fotosíntesis y devolviéndole a la atmósfera sus condiciones anteriores. La contaminación del aire en este sentido es también una regresión hacia las condiciones atmosféricas de aquellas otras épocas.

Para mantener el progreso de la maquinaria económica del mundo, es evidente que se deberán desarrollar nuevas tecnologías energéticas más apropiadas que los combustibles fósiles. Más eficientes, ahorrativas y ambientalmente benignas, evolutivas.

La radiación que el Sol deposita sobre nuestro planeta cada año es aproximadamente mil veces superior al uso energético comercial del mundo, lo cual significa que basta tener la capacidad de aprovechar una pequeña parte de ésta para saciar lo inmediatamente necesario. Y todavía nos quedaría para largo rato.

La tecnología más prometedora es la que aprovecha la energía solar directamente; o a través de sus efectos inmediatos manifestados en los vientos y las olas marítimas. Esta tecnología ya existe. El problema no es ya poder contar con ella, sino la carencia de una política pública apropiada para su propagación y uso. Es decir, una política pública que no estorbe. He aquí una verdadera oportunidad para quienes presumen hacer el bien común y buscan ganarse unos centavos haciéndolo.

NORBERTO ÁLVAREZ ROMO / Presidente de Ecometrópolis, A.C.
Correo electrónico: nar@megared.net.mx

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