Sábado, 20 de Abril 2024

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Por: EL INFORMADOR

Briseño: La frustrada transparencia

La historia de la universidad no puede seguirse escribiendo con sangre, dijo, palabras más o menos, un ex dirigente estudiantil de la Universidad de Guadalajara (UdeG), en los momentos en que se realizaban las exequias del que fuera rector de la casa de estudios, Carlos Briseño Torres, quien el jueves 19 de noviembre se quitó la vida en su casa.

En efecto, la batalla que emprendió Carlos Jorge Briseño Torres para erradicar al que él mismo denominó como un cacicazgo encabezado por el que fuera su mentor político, Raúl Padilla López, terminó, como en los viejos tiempos en que ambos militaban en las filas de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), con un hecho de sangre. Antes de las 17:00 horas, en su domicilio, Briseño yacía con una bala en la cabeza y una estela de frustración en torno suyo, tras haber sido depuesto del cargo de rector general de la UdeG, por los designios de “el licenciado”, como se nombra a Padilla dentro y fuera del entorno universitario.

Cierto es, como han dicho y escrito otros, que la decisión de un ser humano de privarse de la vida es un acto personal e íntimo, también lo es que si esta persona se encuentra inmersa en acontecimientos que son de interés público, su última decisión trasciende el ámbito de lo privado. No se trata de soltar especulaciones ni de dar rienda suelta a las teorías conspiradoras, o de suponer que detrás de la mano que jaló de un gatillo había otra que la empujaba para llegar a ese fatal desenlace. En todo caso, lo que cabe es no perder de vista el contexto de los acontecimientos, porque estamos ante el hecho de que un hombre que era una figura pública por las responsabilidades que había acometido, decidió alejarse de esta realidad, tal vez porque asumió que su batalla contra intereses más fuertes de lo que su capacidad permitía, le habían avasallado.

En su memoria, en los actos de duelo que se han realizado, alejados de los recintos que son del dominio del poder que combatió, a Carlos Briseño se le ha recordado como un hombre que buscó la justicia en los actos de las instituciones públicas, y que procuró la transparencia para que cualquier ciudadano supiera lo que se hacía con cada peso que ejerce la institución con mayor presupuesto en Jalisco, después del Gobierno del Estado.

No es seguro que en ambos casos hubiese estado actuando por genuino interés de que se supiera la verdad simple y llana, ni que estuviera dispuesto a ser él mismo sujeto de un escrutinio severo y a fondo sobre su actuación durante las décadas en las que se movió en el círculo íntimo del poder que trascendía las fronteras universitarias. Pero a nadie le podía quedar duda de que Briseño estaba decidido a confrontar a la mano que mueve los hilos de la estructura de la UdeG y de otros ámbitos de la política y los negocios.

El gobernador Emilio González, quien fue aliado coyuntural de Briseño, hizo el elogio póstumo del ex rector diciendo que constituyó un ejemplo de transparencia. Habría que añadir que no están a la vista los frutos de esa lucha, porque siguen en el misterio muchos de los asuntos y negocios que se emprenden desde los espacios universitarios, pero no necesariamente en beneficio de la casa de estudios.

Por eso, el epitafio que el propio Carlos Jorge se escribió, prevalece como una asignatura pendiente: “Seguiremos dando una batalla de dignidad, porque no podemos aceptar que la desfachatez doblegue a todas las instituciones del Estado”.

VÍCTOR E. WARIO / Periodista.
Correo electrónico: vwario@hotmail.com

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