| La vida del hombre público Por: EL INFORMADOR 11 de junio de 2008 - 23:00 hs Economía y fisco Recibí una reclamación por hablar mal de los políticos tachándolos de demagogos, por lo que, sin que estas letras constituyan una disculpa, es justo hablar de los sufrimientos de los hombres que asumen el poder. Es increíble el grado de aburrimiento que tienen que soportar en mítines, juntas y reuniones con los más diversos motivos, en los que tienen que repetir una y otra vez los mismos conceptos escritos por sus asesores. Es soportar el sufrimiento de una repetición inmisericorde, hasta llegar a creérselo ellos mismos a fuerza de repetirlos; escuchar las peroratas detalladísimas de los graves problemas que agobian a la población, siempre las misma quejas, siempre carentes de sorpresas; deben armarse de paciencia para no gritar ¡ya cállense!, soportar las largas horas de soporíferas aglomeraciones; aguantar al máximo las ganas de ir al baño; hacer como que se ingieren los alimentos aún cuando no se tenga hambre; beber licores fuertes a sabiendas de que los efectos secundarios aflojan la lengua y a algunos les da por recordar a la progenitora; vestirse con los ropajes multicolores de los indígenas, siempre con la carismática sonrisa. La apretada agenda no da tiempo para la vida familiar, los hijos crecen y desquitan la ausencia paterna o materna con singular desenfreno. El exceso de tensiones nerviosas deriva en depresiones y degenera en manías, de ahí los maniaco-depresivos. Con alguna excepción, nuestros expresidentes aguantan tres años sin manifestar su locura, después viene el desastre y el caos con graves efectos nocivos para la población. Viene la pérdida del contacto con la realidad. Su equipo de asesores sólo deja filtrar las buenas noticias, viven en un mundo que más de alguno lo ha dicho, semejante a Disneylandia. La pérdida de la privacidad, el hecho de sentirse observado día y noche crea presiones; la constante angustia por temor a perder el poder; el aislamiento por seguridad (exceso de custodios); su eterno compañero es el miedo. Buena parte de su tiempo lo dedican a estudiar a sus enemigos, preparar venganzas, armar intrigas y por supuesto, hacer negocios que es la parte que ayuda a la descarga emocional. Toda esta energía negativa es demasiada para un ser humano, que como consecuencia sufre de apatía, perturbaciones: del pensamiento, agresividad en el lenguaj e: coprolalia (tendencia a hablar con palabras soeces y vulgares), ecolalia (tendencia a repetir involuntariamente una palabra); de la sensualidad; predisposición al llanto, inquietud y finalmente depresión que con frecuencia pasa a la fase maniaca que los psicólogos definen como: mal humor, exagerada capacidad de actividad —hiperactividad—, impaciencia, ansiedad, insistente, de mal humor, reacciona a cualquier oposición con agresiva excitabilidad, narcisismo exacerbado, delirio de grandeza, creen poseer enorme fuerza y poder político, se creen geniales. En fin, no hay porqué odiarlos, aun cuando en lo personal me resulta difícil ofrecer mi compasión a quien por su gusto escogió ser político, por cierto no mal remunerados y autorecompensados. LUIS JORGE CÁRDENAS DÍAZ / Contador Público Certificado. Correo electrónico: luisjcardenas2@hotmail.com Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones