Sábado, 08 de Noviembre 2025

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“Este macho...”

Por: EL INFORMADOR


A la crítica que elevó hace unos meses el Colegio de Arquitectos de Jalisco, con respecto al proyecto de la “Villa Panamericana” a inmediaciones del Parque Morelos, siguió, por parte de la autoridad municipal de Guadalajara, enmarcada por una letanía de alabanzas, cumplidos y piropos, la ratificación del proyecto anunciado a mediados del año pasado y ya, hasta donde se sabe, en vías de realizarse. Por contrapartida, en oposición a tanto encomio que eventualmente pudiera parecer interesado —el ramo inmobiliario, en ciudades como Guadalajara, es un filón inagotable—, un grupo de ocho académicos e investigadores de la Universidad de Guadalajara, por los que da la cara el maestro Francisco Valladares García, puso sus argumentos en el otro platillo de la balanza...

     —II—

El documento, oportunamente remitido al presidente municipal Alfonso Petersen Farah, cuestiona la propuesta. Asevera haber analizado “objetivamente” el proyecto. Agrega que “como ciudadanos y especialistas (...), podemos y debemos hacerlo para beneficio de la discusión del tema”.  Asienta que “los últimos a los que tomaron en cuenta fue a los habitantes aledaños, ya que como vecinos afectados, con toda razón (...), se han manifestado contrariados por no haber sido considerados en sus derechos como ciudadanos, propietarios o no, ya que han sido y serán los principales afectados”. Consigna que la Ley de Desarrollo Urbano establece que como el área de posible intervención “no es menor, requeriría de un Plan Parcial Urbano de Zona que (...) debería ser sometido a consulta pública”. Añade que en ese Plan Parcial “se establecerían “los posibles suministros de agua potable (...), de equipamientos educativos, de esparcimiento, de abasto, de estacionamientos, etc.”, mismas que “el Ayuntamiento ha obviado”. Evoca el “c
apricho gubernamental estatal de los años setenta” —la Plaza Tapatía—, que dejó “una cicatriz y fractura del tejido social en la zona”.  Aventura, finalmente, que “El proyecto (...) parece saciar más una sed de negocio inmobiliario (..) que bien pudo ubicarse en otras zonas de la ciudad”.

—III—

Sería lamentable que esas voces se limitaran a clamar en el desierto. Y más que, a la vuelta de unos años, puedan proclamar, con los pelos pardos de la burra en la mano, “se los dijimos...”.

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