Viernes, 19 de Abril 2024

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El error de noviembre

Por: EL INFORMADOR

Ganaron los gobernadores, perdieron los ciudadanos. No hubo sorpresa. Ya se veía venir. El Pleno de la Cámara de Diputados aprobó, a machetazos, el Presupuesto de Egresos. El PAN se arrodilló. El PRD asumió que los recursos para los estados en que gobierna, son favorables; se sumó y se sumió. Como Juan Pirulero, cada quien atendió su juego. Se apuntaló al Estado patrimonialista, al ogro filantrópico acostumbrado a devorar y despilfarrar. Cabe la frase del periodista y político veracruzano César “El Tlacuache” Garizurieta: “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.

De hoy en adelante la lucha política se dará en los estados. El poder de los gobernadores queda demostrado; han replicado la estructura jerárquica y el ejercicio vertical del poder omnímodo que antaño tenía el presidente de la República. Los congresos locales, ayuntamientos y organismos autónomos no pueden sino obedecer la voluntad del señor feudal. A decir del investigador Lorenzo Córdova: “El Presupuesto de Egresos es una expresión más del empoderamiento desde la periferia”.

Es verdad. El presupuesto refleja el desequilibrio del poder. Enrique Peña Nieto es la muestra; contaba con 660 millones de pesos aprobados, para cuatro proyectos carreteros: los diputados le concedieron mil 575 millones (142% más); le alcanza para 14 obras de oropel.

Aún más grave es haber eliminado los candados a la fiscalización; el Gobierno federal no podrá exigir a los estados un mínimo informe de cómo se ejerce el gasto. Los únicos que sabrán cómo, cuánto, cuándo y en qué se gasta son los gobernadores; ni siquiera los congresos estatales, porque ese dinero no es auditable. Hay un hoyo negro; los gobernadores andan sueltos como demonios, justo cuando Transparencia Internacional nos señala más corruptos que hace un año; como Lesotho y Ruanda; peor que Guatemala y El Salvador.

Si bien el combate a la pobreza fue la razón con la que Calderón defendió su paquete fiscal, el presupuesto no se asume como instrumento de redistribución de ingresos, de búsqueda del equilibrio económico entre las regiones del país, como mecanismo de justicia social. Se asume como patrimonio político; para invertir, a manos llenas, en proyectos electorales, rentables. El presupuesto no es funcional para los ciudadanos, pero sí —y mucho— para la clase política. La situación tiene poco de democrática y mucho de indeseable y peligrosa. Crece la impunidad. Llueve sobre mojado. Será memorable el error de noviembre.

RENDIJA: Tarde o temprano, todo se sabe. A las tres de una madrugada de agosto, sonó el teléfono en casa de Eduardo Medina Mora, procurador general de la República; alterado, a esa hora llamaba el Presidente Calderón para reclamarle su deslealtad en vísperas electorales. La mañana siguiente, el procurador fue a Los Pinos; portaba la renuncia irrevocable. ¿Por qué? —preguntó Calderón. Porque usted me ha perdido la confianza, —respondió Medina Mora. ¿De qué me hablas?, yo no recuerdo haberte llamado anoche.

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