Cada temporal impacta con mayor fuerza en la metrópoli. Y esa intensidad puede medirse en la cifra de árboles que han derribado las lluvias durante la última década en el municipio de Guadalajara, el más urbanizado del Área Metropolitana.De acuerdo con información concedida por las áreas de Transparencia, Parques y Jardines y Protección Civil municipal, entre 2008 y 2018 las lluvias ocasionaron la caída de cinco mil 022 árboles en la capital. La cifra ha ido de menos a más con el paso del tiempo, pues mientras en 2008 las lluvias derribaron 347 ejemplares, para 2017 fueron 612: el doble.Sólo en el primer mes del temporal en curso, la metrópoli ha registrado eventos con afectaciones severas, ya que además de árboles han dañado vehículos y viviendas. Por ejemplo, la última semana de junio, una lluvia “con características de tornado” azotó las zonas Norte y Oriente de la ciudad, y derribó más de 200 árboles. La colonia Talpita fue una de las más afectadas.En los primeros 30 días de lluvias, las autoridades tapatías han contabilizado 590 árboles derribados por fenómenos naturales, lo que equivale a 19 diarios. Zapopan, por su parte, reporta que allí se han caído 94.Pero hay otros factores importantes que, además de los vientos de cada tormenta, generan riesgos. José María Chávez Anaya, investigador del Departamento de Producción Forestal del Centro Universitario de Ciencias Biológico Agropecuarias (CUCBA), señaló que uno de ellos es la presencia de plagas como el ganoderma, que está presente en una gran cantidad de árboles. Eso los hace más débiles.También se suma el hecho de que la ciudad alberga especies que no son adecuadas para determinados espacios. “Y esto se ha recomendado desde hace décadas: la plantación de especies adecuadas y de porte menor en banquetas o espacios reducidos, y no hacer plantaciones de especies que llevan mucha complejidad en su manejo”.Otro fenómeno que ha dañado a los árboles, explica, es el cambio de clima por todas las obras que hay en la ciudad; eso ha generado islas de calor. “Vemos muchos edificios, asfalto, concreto, edificios con cristales que exponen una radiación, o edificios muy altos que le quitaron la aportación a los árboles o arbustos porque los rayos solares no les llegan”.El temporal de 2015 fue el que más afectaciones registró, pues las lluvias de ese periodo derribaron 876 árboles en Guadalajara. En contraste, 2009 es el que ha tenido la menor cifra, con 283. Y con los 590 que suma el primer mes de lluvias, este año se proyecta para colocarse arriba en los indicadores.Fuente: Ayuntamiento de GuadalajaraPor un lado, las tormentas del temporal en curso han acabado con casi 600 árboles en Guadalajara, la zona más urbanizada del Estado. Y por otro, la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet) quiere dar un respiro a la metrópoli, al arrancar la Temporada de Reforestación 2018 con el fin de “mitigar los efectos del cambio climático y atender las zonas dañadas por incendios o por cambios de usos de suelo”.Para este año, y tras un estiaje particularmente complicado por la gran cantidad de incendios registrados en la Entidad, la dependencia estatal planea reforestar con el triple de los árboles que resultaron dañados por el fuego.Porque además de los cinco mil 022 ejemplares que han derribado las lluvias de la última década (sólo en Guadalajara), los periodos de sequía también afectaron decenas de miles de hectáreas de terreno forestal en Jalisco.Así, la afectación tanto en puntos urbanizados como en el interior del Estado es constante, y ocurre todo el año.Por ejemplo, el saldo que dejaron los 518 incendios que registró la Comisión Nacional Forestal (Conafor) en el pasado estiaje fue de 44 mil 122 hectáreas dañadas, aunque sólo tres mil de ellas fueron arbolado adulto afectado. La Semadet proyecta repoblar nueve mil 500 de esas hectáreas.Según el director general del área Forestal y de Sustentabilidad en la dependencia, Mario Aguilar Hernández, “cerramos una temporada crítica de incendios. Cerramos en un tercer lugar (en el comparativo nacional). Tuvimos una afectación, aproximadamente, de 44 mil hectáreas, pero afortunadamente, de ese cierre, sólo 2.5% tiene una afectación severa en arbolado adulto o en regeneración. Y esos son los daños más severos, que son como tres mil hectáreas”.Las afectaciones de las lluvias en Guadalajara, por otra parte, han empeorado. Según cifras del Ayuntamiento, el temporal 2006 derribó sólo 207 árboles, mientras que el de 2015 derribó 876: cuatro veces más. Eso ha obligado a los ayuntamientos a emprender estrategias de revisión del arbolado enfermo, con el fin de retirarlo antes de que inicien las lluvias y reducir el riesgo de que haya heridos o muertos si éstos se caen.Desde que inició la administración (2013), y hasta este año, se han caído tres mil 615 árboles como consecuencia de las lluvias. Por su parte, la Semadet y otras dependencias relacionadas con el medio ambiente han realizado reforestaciones en 47 mil 410 hectáreas en toda la Entidad, con la finalidad de revertir la degradación en los ecosistemas.El 12 de julio se conmemora el Día Nacional del Árbol, y serán 10 mil las personas que participarán en el programa de reforestación. El gerente estatal de la Conafor, José Manuel Jasso Aguilar, indicó que para 2030 México debe lograr una reforestación tal que se pueda mitigar la degradación de sus bosques, y así reducir 25% la emisión de gases efecto invernadero.“Desde 2013 a 2018, la Conafor ha producido en sus viveros, con particulares y con la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), 55 millones de árboles, con una inversión de más de 177 millones de pesos, solamente para producir planta. Esto nos ha alcanzado para reforestar alrededor de 30 mil hectáreas en Jalisco”, concluyó.El plan de arbolado que manejan los ayuntamientos no sólo debe consistir en un censo de cuántos árboles son y a qué especie pertenecen, sino de las características de salud que tienen para marcarlos y emprender acciones focalizadas de atención.Pero como no se cuenta con el suficiente personal ni el recurso para hacerlo de inmediato, una opción es que se empiece por zonas y prioridades, aseguró Gerardo Alberto González Cuevas, investigador del departamento de producción forestal del Centro Universitario de Ciencias Biológico Agropecuarias (CUCBA) de la Universidad de Guadalajara (UdeG).“La sugerencia es tener áreas piloto para irlas atacando. Agarrar una colonia o un sector y empezar y cerrar el ciclo allí; entonces, pasar a la siguiente para ir trabajando por áreas y así llegar a una acción de manejo real y efectiva”.Con ese trabajo focalizado, dijo, se podría detectar qué árboles están en peligro de caer, cuáles necesitan un abordaje inmediato, cuáles deben tener un tratamiento contra plagas y cuántos deben ser derribados para evitar que con una lluvia o viento fuerte ocurran accidentes fatales.Agua que cobra vidasAño con año, los ayuntamientos metropolitanos emprenden acciones preventivas para detectar y retirar los árboles susceptibles de caer durante una tormenta. Por protocolo, las áreas operativas de los municipios realizan sus operativos en las avenidas principales o calles con alta afluencia vehicular y de concentración de personas, para reducir al mínimo la posibilidad de que los troncos caigan sobre las personas. Pero no siempre es posible retirarlos todos.A finales del mes pasado, un hombre falleció cuando, a decir de testigos, caminaba hacia una parada del camión ubicada sobre el Periférico. Horas atrás, una copiosa lluvia se registró en toda la metrópoli y debilitó a un árbol que se encontraba sobre la acera del Periférico; el mismo árbol que le cayó encima. El peatón murió de inmediato.Las lluvias del temporal en curso han azotado con mayor intensidad a Guadalajara. El 27 de junio, el Ayuntamiento de Guadalajara reconoció que una lluvia y “vientos extraordinarios con características de tornado” derribaron más de 200 árboles, particularmente en las zonas Norte y Oriente del municipio.Sin embargo, cada tormenta trae consigo secuelas de consideración, que además de incrementar la cifra de árboles derribados, afectan el desplazamiento de las personas e incluso acaban con su patrimonio, como ha sido el caso recurrente en la colonia Alcalde Barranquitas.Para 2017, los municipios de Guadalajara y Zapopan tenían identificados tres mil árboles con riesgo de caer por las lluvias. Los municipios reconocieron que la mayoría de éstos se encontraba sobre las banquetas, un factor de riesgo pues se trata de espacios reducidos que impiden su desarrollo.Y aunque las autoridades presumen éxito en su estrategia de mitigación, la intensidad de las lluvias ha incidido en cada vez más afectaciones para una ciudad que, además, registra obras prácticamente en todos sus rincones.CLAVESNo sólo las tormentas derriban árbolesMuérdago. El parásito que, durante años, se ha alimentado del arbolado de la ciudad, impide el crecimiento de las especies y las debilita al grado de reducir a 15 años su ciclo de vida, que normalmente es de 35 a 50. Está presente en 25% de los árboles que han sido georreferenciados en Guadalajara, y hasta en 14% de los identificados en Zapopan.Ganoderma. Un hongo que también ha sido identificado en las especies de la metrópoli, y que afecta de manera directa el anclaje de las raíces del árbol, sobre todo en especies como fresnos, eucaliptos, casuarinas y jacarandas. El hecho de que las raíces de los ejemplares estén infectadas aumenta la probabilidad de que éstas se desplomen durante una tormenta.No endémicas. La plantación de especies que no son nativas de la región, como los eucaliptos, fresnos, hules y laureles de la india, inhibe que tengan un crecimiento sano y eso aumenta la posibilidad de que caigan.Machuelos. El que haya especies plantadas en espacios no idóneos para que crezcan y se mantengan sanas, como machuelos y banquetas angostas, hace que éstas tengan problemas en su sistema de raíces y nunca se adapten adecuadamente.Cableras. Además de dañar las raíces, los sistemas de poda inapropiados que regularmente hacen las empresas de servicios que requieren instalar cableado, provocan un desbalance en los árboles al afectar su sistema fitosanitario.