Luis Carlos Vega Pámanes nunca tuvo el perfil para presidir el Poder Judicial. Era más que evidente. En su última rueda de prensa fue incapaz de leer de corridito un mensaje escrito de una cuartilla. Pero el señor era magistrado, su candidatura fue aprobada por el Consejo de la Judicatura; su nombramiento pasó por el Congreso el Estado, primero por Comisiones y luego por el pleno; es abogado titulado por la Universidad de Guadalajara y posgraduado por la Universidad Autónoma de Nuevo León.No quiero justificar a Vega Pámanes: él mintió flagrantemente al Congreso al presentarse sabiendo que no era elegible. La segunda oportunidad, para citar su carta de renuncia, la usó para cometer otro delito, hacerse de un nombramiento al que Constitucionalmente no tenía derecho. Él sabía perfectamente que no era elegible, pero la vida le dio una segunda oportunidad de violar la ley, y lo hizo. Pero, ¿qué responsabilidad tienen las instituciones que lo hicieron compadre?Fue la Universidad de Guadalajara la que lo graduó como abogado sin haber asistido a clases. Sus compañeros de generación lo recuerdan como el compañero fantasma, que estaba en listas, pero nadie lo veía. Sin embargo, se graduó gracias a su trabajo político en la Federación de Estudiantes de Guadalajara, por cierto, la peor expresión de esta, la de Oliverio Ramos.Pero lo más grave es que, merced a un perverso sistema de reparto de cuotas, que aún subsiste entre los partidos en el Congreso, un personaje como Vega pueda ser electo magistrado. ¿Cuántos magistrados más hay en el Poder Judicial que no cumplen con los requisitos de elegibilidad?; ¿cuál es la responsabilidad política de los diputados que los eligieron?; ¿de qué sirve el montón de asesores del Congreso si ni siquiera son capaces de revisar la veracidad del expediente de un candidato a magistrado del Poder Judicial?Los diputados de aquellos días se excusan diciendo que el Consejo de la Judicatura había avalado la candidatura de Vega. Para echar culpas sí son buenos, pero nadie nos dice cuál es la responsabilidad del Consejo por no haber verificado la información del entonces candidato a magistrado.Vega fue el resultado, la punta del iceberg de un sistema corrupto desde la médula. El efecto mariposa comienza desde que un maestro aprueba a un alumno que no lo merece simplemente porque se lo ordenan de arriba, hasta diputados y consejeros que no hacen su chamba porque lo que importa es el reparto de cuotas.Urge revisar a todos y cada uno de los magistrados del Poder Judicial. No es una falta de respeto, es falta de confianza; es lo mínimo para garantizar que los magistrados cumplen con los requisitos. Pero sobre todo urge revisar el esquema corrupto en que los partidos se reparten los nombramientos para beneficio de ellos y perjuicio de toda la sociedad.