Sábado, 02 de Noviembre 2024

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¡Ups!

Por: El Informador

Por Pablo Latapí (platapi.en.i@hotmail.com)

¡Ups! Algo no va bien…

Con lo que fue el arranque del sexenio de Enrique Peña Nieto esperábamos un año espectacular donde poco a poco se estarían resolviendo los principales problemas de empleo y abandono económico de nuestro país, y hasta hoy, a la mitad de este su primer año, las cosas van mal.

Tenemos un desempleo en aumento, con cifras cercanas a 5%, y la economía mexicana no sólo no ha sido capaz de generar los empleos que se requieren para quienes están hoy desocupados, y para los miles de jóvenes que cada año se integran a la fuerza de trabajo, sino que la cifra de generación de empleo en junio pasado fue apenas 3% de lo que había sido el año pasado, todavía durante el sexenio calderonista.

Durante años estuvimos convencidos que la miseria mental y el egoísmo galopante de los partidos políticos tenían paralizado al Congreso, y que por tanto no se podía llegar a los acuerdos que el país requería. Lo que nos lleva a recordar el discurso, de años también, que mientras en México no se pudieran realizar las famosas reformas estructurales, no habría alternativa de avance.

Pero, al arranque de su Gobierno, Peña hizo algo que parecía imposible: sentó a la misma mesa a las cabezas de  los partidos, firmaron un acuerdo de intereses comunes, nació el famoso Pacto por México, y en la transición se lanzaron y aprobaron tres de esas famosas reformas estructurales: educativa, laboral y de telecomunicaciones, quedan pendientes dos: la fiscal y la energética.

Si durante años se  especuló que las reformas cambiarían al país, mi pregunta es: por qué si ya se ha avanzado más de la mitad del camino (tres de cinco reformas ya aprobadas), no sólo no hay avances, sino que hay retrocesos.

Hay quien dice que se debe al entorno poco favorable que se vive en Estados Unidos, pero si las reformas fueran tan espectaculares como se manejó durante años, aún con ese entorno el resultado sería si no bueno, quizás regular, pero nunca malo.

Yo más bien me inclino a pensar que estas reformas, y las que pudieran venir, no avanzan por una de dos razones: o porque no son suficientes y en realidad se está maquillando algunos cambios llamándolos  “reformas”, o las personas que las están implementando no son capaces de hacerlo.

Recordemos que nuestro sistema político es chato y enano; los políticos son conocedores de todo (pueden saltar de un puesto a otro con total autoridad moral) pero salvo contadas excepciones no son expertos en nada.

Se antojaría que lo que falta, más allá de estas reformas de marquesina, es la gran reforma, la refundación del país, como señaló el rector de la UNAM, José Narro, refundación que implicaría un cambio radical y total del sistema de gobierno, volviéndolo moderno y eficiente, y desterrando a todos y cada uno de los que hasta ahora nos han gobernado, sin distingo de partido político.

Pero las reformas las hacen ellos, nuestra clase política, y jamás serían capaces de hundir el barco en el que navegan tan felices y quitados de la pena, aunque esa fuese la salvación del país.
 

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