Jueves, 25 de Abril 2024

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Trump socialista

Por: Jacques Rogozinski

Trump socialista

Trump socialista

En octubre de 2016, escribí en Letras Libres sobre las posibles negociaciones del TLCAN entre México y Estados Unidos, ante una eventual presidencia de Trump. En aquella columna escribí: “Los contextos han cambiado. Hace 25 años, cuando se negoció el TLCAN, hubiera sido una locura sugerir que las tasas de interés de los países desarrollados estarían en cero, y que en Japón y Suiza serían negativas...”. La teoría del valor-trabajo, incluyendo el tema de libre comercio de David Ricardo, no suponía que la competitividad se diera manipulando variables económicas como tasas de interés, impuestos o paridad cambiaria.

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Dentro de los objetivos de la Administración Trump para renegociar el TLCAN, está incluida la cuestión laboral. Entre otros puntos, incluye discusiones sobre salarios. En esta materia hay un rechazo de nuestros negociadores: por decreto, dicen, no se pueden determinar los sueldos de los trabajadores.

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Sin embargo, el tema es complejo. A nivel internacional se reconoce que, en algunos sectores, los trabajadores mexicanos tienen una elevada productividad. Sin embargo, esa productividad no es congruente con sus salarios. Ejemplo: la industria automotriz. Jim Stanford, de la Universidad de Oxford, afirma en “The geography of auto globalization” que un trabajador mexicano del sector automotriz gana 3.95 dólares por hora, mientras que un estadunidense 33.2 y un canadiense 40.3. Los salarios de México son incluso bajos respecto de otras naciones: en Brasil se paga 11.4 dólares la hora, y en Taiwán, US$ 7.5.  

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Ese diferencial es visto como un “dumping salarial” y es algo que los EU y Canadá pedirán revisar. La industria automotriz es global y los bajos salarios en México no van de acuerdo a su productividad.

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No sería extraño que el Gobierno de Estados Unidos demande que México —por decreto, por ley o como sea— obligue a recuperar los salarios de los trabajadores para que se reconozca su productividad, que por años ha regalado a empresas multinacionales. En esto, seguro que los negociadores norteamericanos no estarán solos. Es una paradoja graciosa: Trump como el sueño redentor de la izquierda, atacando a los oligopolios y dando beneficios a los trabajadores.

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No es un argumento para los empresarios decir que pagan salarios en función de las condiciones del mercado interno. Esto es inexacto. En la industria automotriz los trabajadores tienen menores salarios que varios en el sector secundario mexicano. Según un estudio de la CEPAL de mayo de 2016 “Productividad y brechas estructurales en México” indica que la productividad del sector eléctrico es 0.33 por ciento y del sector automotriz es 0.78. Por otro lado, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, indica que el salario diario en el sector eléctrico es de 960.61 pesos (6.67 dólares/hora).

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En Economía, casi no hay variable que no pueda ser manipulada. Los negociadores norteamericanos comprenden esto. Es posible que la negociación incluya mecanismos que obliguen a las empresas a elevar los salarios para acompañar las mejoras en productividad de los mexicanos. Mejores salarios incrementan las capacidades domésticas, pues sube el poder de compra de los trabajadores y se acelera el consumo interno, retroalimentando a la producción local. Mayores salarios no van en contra de mayores inversiones y menos en un país con más de 125 millones de habitantes. Por el contrario, nuevas inversiones llegarán para valerse de consumidores con bolsillos más saludables.

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