El transporte público es y debe ser una prioridad. El gobernador del Estado lo trazó como uno de los ejes de su Gobierno y, si bien los resultados han sido más bien escasos, también es cierto que en los poco menos de dos años que le quedan a la administración pueden aún concretarse algunas políticas y terminarse algunas obras que cambien el rumbo. Dicho en términos futboleros, aún hay tiempo para empatar el partido e incluso para ganarlo, pero depende mucho de que el Gobierno pase a la ofensiva y corra los riesgos que hay que correr.Además de la culminación de la Línea 3 del Tren Ligero, que implica un gran reordenamiento de rutas, está el proyecto del Peribús, un BRT que circularía por todo el Periférico, y que finalmente tiene ya asignados poco más de 600 millones de la Federación, el tema de las rutas empresa y tan llevado y traído prepago. Todo esto en medio de una gran presión de los transportistas por aumentar la tarifa o, en su defecto, crear un esquema de subsidio.La amenaza de los camioneros es que han dejado de trabajar mil 500 unidades y dejarán de hacerlo algunas más en las próximas semanas si no se les autoriza un aumento o un esquema de subsidio al diésel. Suponiendo que sea cierto (nunca le creas una cifra al pulpo camionero), la oportunidad que tiene el Gobierno es inmejorable para meterlos al nuevo sistema. El historial de incumplimientos de los transportistas es tal que si el Gobierno autoriza cualquier cosa a cambio de promesas sería echarse la soga al cuello, así que tiene todos los argumentos para no ceder. ¿Qué pasa si los camineros simplemente dejan de circular sus unidades, como ya lo están haciendo, por falta de rentabilidad? La Secretaría de Movilidad puede comenzar la requisa de permisos y concesiones. La oportunidad está ahí, pero el Gobierno tiene que hilar muy fino, jugar por nota los últimos minutos del partido, y dicho sea con todo respeto, diría el Peje, esa no ha sido la característica del equipo de Aristóteles Sandoval.Lo que ha caracterizado a este Gobierno han sido buenos resultados en materia económica. Podemos discutir si es una inercia positiva de varios años, una coyuntura favorable, buenas decisiones del Gobierno o, lo más probable, una mezcla de todas las anteriores. Pero, así como es cierto que los resultados se dieron, también lo es que, en el futuro inmediato, los próximos dos años, la cosa pinta peor que Frida Kahlo. Hay que realinear las prioridades del Gobierno, y el transporte público parece ser al mismo tiempo el más delicado de los problemas y también la mayor de las oportunidades.
