El trascurso de la vida contemporánea, para el ser humano tiene múltiples vertientes. La seguridad es prioridad; seguridad integral del individuo y cuanto comprende a sus seres cercanos con bienes y fórmulas de tranquilidad.Los cambios están convertidos en retos, riesgos y oportunidades con importantes diferencias en la comunidad, urbana y rural e impregnadas de indiferencia hacia la tolerancia. Aquí mismo en la zona conurbada destacan entre viandantes y conductores de vehículos de servicio y particular para quienes tiempo y distancia adquieren dimensión propia conforme día y hora. En este sentido, salvaguardar nuestra propia seguridad exige cuidados y observación de reglamentos instituidos que en el tránsito provocan exasperación en quienes eligen velocidad, violación y violencia, dejando a un lado aquello que dice: “Más vale un minuto tarde y no uno de silencio”.El empleo de equipos de alta tecnología como el teléfono celular y otros aditamentos en el vehículo y la ingestión de alcohol, como tanto se ha repetido a través de los medios de comunicación masiva, acercan los riesgos propios y ajenos de los que no libra el seguro, propio o ajeno, con daños personales o al menos pérdida de tiempo en reparaciones costosas prescindiendo, adicionalmente, del vehículo o pérdida de la libertad y más.La tranquilidad, adicionalmente, es un valor insustituible que comprende la protección de bienes en la familia y materiales, amenazados por el crimen, desde el asalto callejero, la extorsión y el secuestro hasta la misma pérdida de la vida, que no siempre resuelve la denuncia a las autoridades y sí expone al denunciante a la potencial revancha por el delincuente y sus allegados.En todos aspectos estamos obligados a poner de por medio la protección en la medida y forma de nuestra posibilidad, sin incurrir a violar leyes y reglamentos. A cambio debemos imponer la integración en la familia y vecinos del entorno como factores generadores de apoyo y respaldo a la cultura cívica fortalecida por la solidaridad.El cambio de actitud, como todo cambio, aporta obstáculos y necesidad comprensión a través del diálogo, hasta obtener el convencimiento de que muchos son los riesgos e indispensable contrarrestar el mal. En este sentido se ha propuesto la integración de una fuerza única por y para la seguridad cuya socialización está en proceso con el convencimiento y anuencia de las autoridades para dar el paso definitivo a su incorporación con miembros de la policía dotados de capacidad y honestidad a prueba de los embates de la delincuencia en cualesquiera de sus múltiples formas amparadas por la miseria.La tranquilidad integral es prioridad en todos los órdenes de la convivencia. Recuperarla es tarea de toda la población con respaldo a las autoridades, responsables del orden, para retomar la senda escrita al pie de la Minerva: “Justicia, sabiduría y fortaleza custodian esta leal ciudad”, ahora convertida en área Metropolitana.Dios nos guarde de la discordia.sicpm@informador.com.m