Miércoles, 15 de Enero 2025

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Temas para reflexionar

Por: Flavio Romero de Velasco

La indignación de los jóvenes, rabiosamente justificada por los calificativos denostadores que les endilgó sin tacto alguno el presidente del PRI fue el gran detonante de la rebelión de los estudiantes de la Universidad Iberoamericana. Hartos de la manipulación de los grandes medios de comunicación; ahítos de la incapacidad y los abusos de los gobiernos y de que se de fastidio e irritación, encendieron la chispa de su rebelión en las redes sociales, y mostrando sus 132 credenciales de estudiantes salieron a las calles a manifestarse, y en un prodigio matemático, se hicieron de 132 estudiantes identificados, miles de adherentes de todos los centros de educación superior de la república, públicos y privados: la Universidad Iberoamericana, la Universidad Nacional Autónoma de México; la Universidad Anáhuac; el Instituto Politécnico Nacional; el ITAM; la UAM y muchas más. Todos estos centros de educación superior de la República representan la diversidad aglutinada por una rebeldía inconforme y entrelazada por el poderosísimo instrumento de las redes sociales. El inédito e inesperado movimiento juvenil, se ha reunido en mesas de trabajo para definir sus metas en el corto y mediano plazo. Muy pronto han aprendido que organizarse es prioritario para darle sentido y cohesión a su movimiento. Están conscientes del valor de su voz colectiva; saben que pueden hacer historia y que están incidiendo de manera significativa en el ámbito electoral nacional. Mucho importa que deben precaverse, para su propio prestigio, de la infiltración de grupos políticos aviesos prestos a capitalizar para su causa cualquier coyuntura política. El oportunismo político no duerme… No está por demás tener presente, que el incendio de la matanza de 1968 en Tlaltelolco, tuvo su inicio en un intrascendente enfrentamiento estudiantil de dos escuelas que fue severamente reprimido por la política… No subestimemos las airadas y justificadas manifestaciones de los jóvenes de hoy a lo que la sociedad debe comprensión y estímulo a sus inquietudes, no represión y sojuzgamiento.

Tomás Perrín, que durante muchos años nos obsequió los dones de su ingenio, escribió: “Un orador, según creo, por lo mucho que lo escucho, es un hombre que habla mucho a propósito de nada, y un político es, en cambio, según verdad comprobada, un hombre que no habla nada, a propósito de mucho”.

Presenciamos en nuestros días la gradual barbarización de la sociedad, el triunfo de lo irracional, el retorno a ese estado primario de salvajismo del que el hombre partió hace miles de años para ascender a las cumbres de la razón y los valores primordiales de la convivencia humana.

No son pocos los políticos que para el logro de sus ambiciones, emplean los servicios de mastines intelectuales.

La actriz María Félix, algún día externó al poeta Renato Leduc el propósito de escribir sus memorias quien, con su conocido desparpajo e ingenio le objetó su intención. La diva arguyó: “Confiar mi vida a un libro de memorias, equivale a desentilichar el alma”.

De todas las soberbias, la más baja y detestable es la de los enriquecidos que por su sola fortuna creen que pueden opinar con autoridad y sapiencia, no sólo de lo humano, sino también de lo divino.

La  psicología nos dice que la infancia es destino; cada hombre es lo que fue en su niñez. Su vida es la inevitable repetición de sí mismo.

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