Es urgente frenar la inseguridad. Así de simple. Pero una cosa es abrazar esa idea y otra muy diferente es enfrentar los múltiples factores que deben atenderse para lograrlo. Por enésima ocasión, al menos, las autoridades anuncian nuevas estrategias para detener los delitos y hacer más eficaz el trabajo de las fuerzas de seguridad.Sería reiterativo, en un espacio reducido como éste, mencionar todo lo que no se ha hecho. Reiterativo e insuficiente, porque faltaría también dar cuenta de lo que sí se ha hecho y qué resultó de todo ese esfuerzo y los numerosos sacrificios que hacen miles de personas todos los días sin que se aprecien lo suficiente.Por eso, propongo enfocarnos sólo en uno de los propósitos anunciados por el gobernador jalisciense Aristóteles Sandoval, como parte de la nueva estrategia de seguridad en la que deben colaborar todos los municipios de la zona conurbada de Guadalajara: la homologación salarial, o lo que es igual, pagarle lo mismo a todos los policías.Parece sencillo, pero no lo es de ningún modo… ¿que un policía de El Salto o de Zapotlanejo gane lo mismo que un policía de Guadalajara o de Zapopan? Se mencionan 17 mil pesos mensuales.Parece bien. ¿Pero cómo? ¿Basta con establecerlo en la ley de egresos del año entrante? ¿Salarios iguales por decreto?Hay demasiadas cuestiones por analizar con más detalle.Que un policía gane un salario, digamos, decente, es lo menos que se puede pedir.Teóricamente, un policía que enfrenta horarios agotadores, actividades que pueden poner en peligro su vida y un nivel altísimo de estrés, merece al menos un ingreso que satisfaga las necesidades básicas de su persona y de su familia directa. Si seguimos en el ejercicio de imaginación, este hipotético policía podría así concentrarse en sus tareas y enfrentar con posibilidades de éxito las exigencias que se le presentan.Además (siempre teóricamente), un policía con buen sueldo, está más blindado ante la corrupción.De hecho, el tema de la homologación salarial se ha manejado tanto que ya se hizo viejo… y no lo han aplicado aunque se manejó como una línea de trabajo para fortalecer a las policías al menos hace 15 años.Admitamos entonces que para los policías es justo. Y enfrentemos ahora la realidad y los obstáculos: ¿de dónde saldrá el dinero? Porque se puede suponer que las arcas de Guadalajara o Zapopan, con sus presupuestos de ocho mil millones de pesos anuales (cifra redonda), sea posible el esfuerzo; ¿pero qué harán en Tonalá, San Pedro Tlaquepaque, El Salto y los otros cuatro municipios metropolitanos? Simplemente no cuentan con recursos. ¿Se endeudarán?Y además, no basta con el sueldo. El policía al que se aspira para enfrentarse a la fuerza de la delincuencia, debe tener armamento, equipo, capacitación, preparación permanente y otras características que también significan inversión pública.Lamentablemente, en más de una década desde que se lanzaron estrategias nacionales para tener mejores policías, el esfuerzo ha sido disparejo en cada entidad federativa y la realidad es que la mayoría de los municipios están imposibilitados para enfrentar el gasto que esto representa.Sin ser muy severos, se ha fracasado. Pero debe comenzarse ya.Quizá la homologación de sueldos así proyectada, a partir del próximo 1 de enero de 2018 sea técnicamente imposible.Ahora falta que con seriedad revisen qué si pueden. Poco o mucho, pero ya.
