No hay manera de vincular directamente los ataques a las tiendas Soriana en todo el país con los señalamientos hechos por el movimiento de Andrés Manuel López Obrador, como tampoco hay manera de vincular las tarjetas de Soriana a con votos presuntamente comprados por el PRI. Lo que no se puede negar es que la escenografía que montó Morena para dar sus ruedas de prensa en un espacio tapizado con tarjetas de Soriana, aunque esas tarjetas ahí no tuvieron nada que ver con la elección, generó un clima de linchamiento contra la empresa como si efectivamente ellos hubieran hecho un fraude. Tampoco se puede negar que en la elección del 1 de julio se activaron todo tipo de mecanismos de compra de votos. En respuesta la cadena Soriana ha lanzado una serie de desplegados criminalizando la protesta y a los líderes izquierda, una política que nada abona a posibles entendimientos. Si Soriana cree que atacando a Andrés Manuel va a lograr que se paren los ataques, suponiendo que efectivamente vengan de gente enojada con la tienda por su participación en la elección, están en el camino equivocado. En la medida en que ambos sigan atizando el fuego, la posibilidad de que la escalada de violencia crezca es enorme, y con un agravante: ninguno de los dos está en posibilidad de controlarla. Las protestas de la izquierda se han mantenido dentro del cauce de lo legal. Eso es algo que hay que valorar no sólo porque hace seis años demostraron que lo pueden hacer de otra manera, sino porque ésa es la única forma de fortalecer las instituciones democráticas. Pero, en el afán de hacer explicable una fenómeno de posible compra de votos (que hay que repetir, no hay manera de probarlo, entre otras cosas porque el mismo Andrés insistía en cada mitin “agarren lo que les den y voten por quien quieran”) Morena se llevó irresponsablemente entre las patas a una marca mexicana que, por cierto, es la única que le ha hecho frente a las cadenas internacionales. Da la impresión de que ambos contendientes llegaron a esta guerra sin desearlo y sin tener muy claro cómo sucedió. Pero esto no se va a terminar hasta que ambos jugadores manden una clara señal de que la guerra no es entre ellos. La izquierda, y muy concretamente el PRD, no gana nada librando esta batalla, y Soriana lo único que puede ganar en esta vía es más enemigos y más odio de algunos radicales. Ahora sí que usando una expresión del siglo pasado, lo que tienen que hacer es serenarse: Serena Morena; serena Soriana.