Sábado, 02 de Noviembre 2024

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San Fermín, es la feria universal

Por: El Informador

Por Xavier Toscano G. De Quevedo

Estamos iniciando el segundo semestre del año y la temporada española avanza sin pausas, pero con el infortunado hecho de que en este año se han visto reducido el número de festejos en todas sus ferias, por la frágil situación económica que traspasa, como una estocada contraria, a todos los sectores sociales del país.

Reza un refrán popular: “uno de enero, dos de febrero, tres de marzo, cuatro de abril, cinco de mayo, seis de junio, siete de julio San Fermín... Y a Pamplona hemos de ir”. A la feria de Pamplona ¡hay que verla, y principalmente vivirla!

De toda la geografía española y a través de los años, millares de visitantes de todos los rincones del mundo, acuden a las calles de Pamplona para estar presentes en unas fiestas que cautivaron de una forma mágica, al celebre escritor Hemingway, quien describió con un perfil sorprendente la euforia, ebullición y forma de vivir de este pueblo de Navarra.

Los habitantes de Pamplona son personas que con entrega y entusiasmo viven una tradición tan arraigada, como no se logra ver en alguna otra de sus costumbres y que se denominan “Los Sanfermines”. Estas celebraciones, dan paso a la más apasionada explosión de alegría de un pueblo y el culto que rinden a su majestad el Toro Bravo, que se convierte indiscutiblemente en el eje central de estas festividades, que surgen de las conmemoraciones en honor del patrono de los navarros San Fermín de Amiens. Este Santo nació en la ciudad de Pompaelo —provincia de dominio Romano— hoy Pamplona en el año 272 de nuestra era, fue hijo de un senador romano de nombre Firmo, importante oficial del gobierno romano del siglo III.

Ocho siglos después del martirio de San Fermín (25-IX-303) en el año de 1186 el obispo Pedro de Paris, traslada de la ciudad francesa de Amiens— lugar en donde se encontraban los restos del Santo— a Pamplona unas reliquias de San Fermín, convirtiéndose a través de los años en el patrono de Navarra, en unión también con San Francisco Xavier.    

El origen de estas fiestas, no ha podido establecerse de una forma exacta. Su creación que es eminentemente de carácter religiosa —como la gran mayoría de las fiestas en España— se celebraba en el mes de octubre, pero todo cambió en el año de 1591, cuando los gobernantes dispusieron ha petición de toda la ciudadanía, que se trasladaran sus fiestas, al séptimo día del mes de julio, haciendo así coincidir su feria con la fiesta de San Fermín.

Con el anuncio del alcalde en la Plaza de Ayuntamiento, abarrotada por miles de personas —locales y de todo el orbe— vestidas de blanco y con el tradicional pañuelo rojo, escuchan con agitación y nerviosismo “Pamploneses y Pamplonesas que Viva San Fermín” y con el tradicional “chupinazo” inicia la feria que cautivará por espacio de 10 días las emociones y la curiosidad de propios y extraños, de aficionados a la más “Bella de todas Las Fiestas —en ésta época tan ilegal e injustamente atacada— y en la actualidad de miles y miles de turistas y visitantes que al no conocer ni tener una idea de lo que es un toro bravo, vienen desvirtuando y distorsionando en las últimas décadas el verdadero y legítimo significado de esta maravillosa fiesta.

Todos estarán de acuerdo que “los encierros” de Pamplona son de una conmoción inigualable que a muchos les ponen los pelos de punta y quizás no existe otra actividad de tan alto riesgo y peligro, en donde los corredores de “los encierros” muestran indiscutiblemente un derroche de valor, fuerza y vigor ante el riesgo al que se enfrentan.

Y así, todas las mañanas durante los días de la feria, al estallido de un cuentón que marca la salida de los toros, guiados por los cabestros y acompañados por los pastores, de los Corrales del Gas localizados en la cuesta de Santo Domingo, pasando por las calles de Mercaderes, Estafeta, Telefónica, y hasta que el último toro entre en los corrales de la plaza, dan forma y vida a un espectáculo incomparable, que no tiene paralelo en el mundo.

Sin embargo, lo que sería muy conveniente cuestionarse y parecería que en esta época está pasando a un segundo plano, es el hecho que “los encierros”, son el prólogo de lo que realmente será el evento más importante y primordial del día, que son las corridas de toros, pero que desafortunadamente en las últimas décadas vienen perdiendo su legítima relevancia entre los pamploneses, influidos negativamente por los turistas y visitantes —que desconocen el fondo verdadero de estas fiestas— y que solamente piensan en beber, comer, reír y divertirse licenciosamente.

¿Seguirán los Sanfermines siendo una fascinante seducción para el mundo?  Si, obviamente que sí. Pero lo que nunca se deberá olvidar es que el Espectáculo es del Toro; que igualmente son importantes “los encierros” como también lo que sucede en la plaza —con buenos carteles, que comentaremos— en donde la figura y eje central del espectáculo, es y siempre será, su Majestad El Toro Bravo.
 

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