Miércoles, 24 de Abril 2024

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Sacudida

Por: Luis Ernesto Salomón

Sacudida

Sacudida

La incertidumbre, propia de nuestro tiempo, se concentró y nos hizo caminar en el borde mayores tragedias. En solo unos cuantos días los hechos de la naturaleza, la economía y la política llenaron el panorama de imágenes, sonidos y conceptos, agitando los sentimientos. Todo en pedazos descompuestos en una especie de caos en movimiento, que percibimos en pantallas y papeles. Una muestra de las pasiones levantadas por estas estampas, puede resumirse en algunos párrafos:

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Agravio, por la cancelación del programa DACA en Estados Unidos que lastima a cientos de miles de mexicanos que nos quieren ser expulsados, y ofende a millones que exigen ser respetados; lo que presagia una intensa y larga lucha legal en los tribunales y el Congreso de nuestros vecinos.

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Miedo y tristeza, ante al mayor terremoto registrado por su intensidad en México. El dolor concentrado en el Sur se manifiesta en la escena del hombre que rescata de entre los escombros una bandera y la pone de pie a ondear sobre las ruinas en medio de una noche aciaga. Con más de sesenta muertos y cientos de heridos, miles de casas afectadas, el impacto resultó ser menor al presagio que trajo a la mente la tragedia de 1985.

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Indignación, ante el comportamiento de los líderes del Congreso y los partidos al inicio del proceso electoral de 2018, que estuvo a punto de paralizar la Cámara de Diputados.

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Sorpresa solidaria, ante la estela de destrucción que ha dejado el huracán Irma en el Caribe con su amenaza a Florida, la llegada de Katia a Veracruz con carga de hacer sentir que llueve sobre mojado. Sin olvidar la destrucción que la tormenta Lidia había dejado en Baja California, sumamos dos decesos a la cuenta de la tristeza.

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Curiosidad cariñosa, pertinente al ver al Papa en Colombia pregonar por la reconciliación y pedir que se deje de lado la sed de venganza, en frases que parecieran también servir para otras partes del continente, sobre todo en el Norte.

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Lejanía ante los anuncios económicos, que aunque importantes, pasaron al segundo plano, pero indican crecimiento con una burbuja inflacionaria que resiste a ser controlada en el corto plazo.

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Cansancio agotador, ante la incesante información sobre muertos, heridos, decapitados, en una lucha que libramos cada día pata tratar de encontrar normalidad en medio de una inseguridad turbulenta que nos rodea amenazante y  se convierte en casi invisible hasta que te toca la piel, el corazón o el bolsillo. El ataque a un helicóptero militar de la Presidencia explicado por manifestantes como un hecho justo, es muestra del peligro de la agitación social incitada desde los extremismos.

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Con este panorama de hechos vueltos imágenes e ideas puestas al mismo tiempo, no puede sino dejar perplejo al observador. Más aún, si sumamos el vértigo cotidiano, envuelto también en sorpresas, gustos y pequeñas indignaciones derivadas de la convivencia, y las tareas de cada uno.

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Pero si hacemos un breve alto para intentar hacer una síntesis podríamos decir que esta semana el agravio, mezclado con el miedo y la tristeza; la indignación; la sorpresa solidaria y la curiosidad cariñosa; la lejanía envuelta en ese cansancio agotador; México se sacudió, se mojó, y mantiene su resistencia a las fuerzas externas de la economía y la política, soporta los embates naturales y lucha por dotarse de mejores instituciones y formas políticas, en medio de una disputa egoísta por tener y manipular, que se vuelve cada vez más grotesca y lodosa. Nos corresponde a todos asumir con sensatez esta mezcla vertiginosa de hechos agitadores. Poner en perspectiva las cosas para actuar de manera responsable y serena.

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La grandeza de México está en cada persona que siente pertenencia a nuestra identidad luchadora y optimista, siempre atada a los valores de la solidaridad y el respeto. Cuando se camina en el ascenso, al borde de tantos peligros e incertidumbre, los pasos no han de ser agitados, sino pausados y seguros. Esta semana nos hemos sacudido ante un desfiladero natural y pisado caminos lodosos, que nos han puesto de luto, y nos han dejado un dejo de perplejidad, como un llamado de atención.

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