Por Dolores Tapia No sé si es el cosmos, las rupturas, las vanguardias o la edad. Vivimos en una época donde lo impensable se vuelve factible y realizable en los creadores escénicos de esta generación, que oscilan entre los 30 y 40 años. La constante en las propuestas es la ruptura. Ahí pues Villarreal o Viqueira. Y gracias a Dios siguen sin ser, vacas sagradas. Por otra parte, los directores de la generación anterior tuvieron otros modelos mundiales (Barba, Grotowsky y Brook), y como buenos pupilos aspiraban a eso, y a la autorización moral-ética-artística de su grupo o de su maestro o peor aún, a la aceptación de una elite que movía el teatro nacional a su antojo. Entonces para nosotros todo se volvió difícil, una piedra anquilosada que para avanzar había que mover de lugar. Por eso quizá, lo que están haciendo los creadores hoy tiene que ver también con la movilidad. Hay que ir aquí y allá, abrevar aquí, en Coahuila, en Tijuana, en España, en Argentina, en Londres y luego volver al rancho. O mejor aún, ponerse a crear en una casa, en un patio, en un cerro, en una hacienda. Abunda la interdisciplina, la búsqueda de nuevos lenguajes, la vinculación con otros sectores, otras artes, otros terrenos. Nuestros antecesores —digan lo que digan— no se atrevían a montar una obra de teatro sin tener el texto en mano. Les costaba entender que la danza, la pintura, el deporte pudiera intervenirse con el teatro. Y ahí nos quedamos años. Por sus miedos. Y como dicen los terapeutas, los miedos se heredan. En una entrevista con Richard Viqueira, el creador habló acerca de la libertad... “Nos sirve para confrontar. La dirección es el arte de solucionar lo decidido”. Y a mí me parece importantísimo, que como artista y ser humano... nos preguntemos... muy bien... ¿qué hemos decidido? Y pienso en la libertad. Y por supuesto en Chavela Vargas, que tuvo tan poco miedo de todo lo anterior. Que perdió el respeto por lo que la ataba y lo ganó para sí misma. Solucionando sus decisiones, sin moralismos ni paternalismos ni dependencias. Por eso la quiso Almodóvar, la señora Pita Amor, Frida Kahlo, Carlos Monsiváis y Eugenia León. Se la compro a Viqueira, ser artista es solucionar tu decisión. Y me enorgullece que esta generación sea tan polifónica y se mire en paralelo. Tenga tan poco miedo de crear en soledad, en grupo, en el baño, en compañía, dentro del circuito, fuera circuito, en circunferencia, derecho o al revés. Dejan claro que no hay camino y que el camino, señores, se inventa.