Miércoles, 15 de Enero 2025

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Pigmeos

Por: Jaime García Elías

Pigmeos

Pigmeos

Felipe Calderón habló. Fue noticia. Y no porque hubiera hablado en su calidad de Presidente de la República, sino porque lo hizo en su faceta de panista. Esto último es poco frecuente, no sólo en Calderón sino en la generalidad de sus homólogos. Y es que, sin perjuicio de que un Presidente —como sucede con cualquier hijo de vecino— también tenga su corazoncito, y derecho a hablar en su nombre, quien ostenta un cargo tan prominente está obligado a anteponer un compromiso moral con todos sus compatriotas, porque, legitimado por la elección, un Presidente lo es de los ciudadanos de todos los colores y de todas las preferencias políticas.

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El caso es que Felipe Calderón fue invitado —o buscó el resquicio para serlo— a hablar en su calidad de militante del partido oficial... en vías de dejar de serlo. La intención, obviamente, era aprovechar su calidad moral por partida doble (la de Presidente de la República y la de antiguo presidente nacional del PAN), para proceder al recuento de daños que dejó, para las huestes albiazules,  la jornada electoral del día primero de Julio. En ese plan, al margen de su contribución al examen de conciencia colectivo, Calderón demostró que un Presidente de la República, además del ya señalado corazoncito, también tiene su hígado. Fue en ese plan, obviamente, que deslizó una frase que lo mismo pudiera interpretarse como una ironía, que como un síntoma de despecho...

Se trata de su aseveración de que el PAN cometió el error de colocar a “varios pigmeos” en las listas de candidatos.

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Calderón, al colgar ese epíteto a varios de los más importantes cargos de elección popular en que contendió el PAN, hizo méritos para que se aplicaran a su discurso los versos de José Martí: “Pocos salieron ilesos / del sable del español: / la calle al salir el sol / era un reguero de sesos”.

Calderón no dio nombres. Por lo tanto, dejó abierto el terreno para que a su frase pudiera aplicarse el consabido corolario: “Al que le venga el saco...”.

Pudiera ser el caso de Josefina Vázquez Mota, quien, como candidata —como lo prueban los resultados de la contienda—, se quedó por debajo de Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. Pudiera ser, en Jalisco, el caso de Fernando Guzmán Pérez Peláez, quien —para utilizar una analogía olímpica— dejó el oro para Aristóteles Sandoval y la plata para Enrique Alfaro y tuvo que conformarse con el bronce.

Lo más dramático del caso —salvo prueba en contrario— es que el PAN llevó pigmeos a la competencia... porque no tenía nada mejor.

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