(Escribí esto con mala leche, así que mejor no lo lean para que no afecte su digestión. Es un consejo de amiga.) Tranquilos, no es para tanto; tenemos constancia de que este juez (y no es el único; hay otro en Vallarta) ha liberado a procesados por delincuencia organizada, pero no se apuren: ya lo cambiamos de sede. En vez de las donas glaseadas de Ajijic, municipio de Chapala, ahora gozará de los cuernos hojaldrados rellenos de crema pastelera en la panadería de las Arreola, casi tan célebres como su pariente Juan José, quien dedicó “La Feria”, deliciosa obra, a Zapotlán de Orozco o Ciudad Guzmán. No hay motivo de alarma, porque en esa ciudad del sur de Jalisco, aunque hay algunos apuros judiciales con la llegada de este angelote, no se le puede impedir que siga ejerciendo sus “fechorías”, perdón, su cargo de juez (entre comillas porque es cita), ya que aún no le podemos echar mano encima ni los del Consejo de la Judicatura, ni los del Supremo Tribunal de Justicia en el estado (estado de desgracia, diría yo). Pero ya pronto; no desesperen. Al fin y al cabo estamos estrenado sede, modestamente llamada Ciudad Judicial, aunque sean un horror la cuentas públicas para construirla, con ampliaciones anchísimas de presupuestos de la pasada administración y por adjudicación directa en la que le antecedió (administraciones de la desgracia). Lo importante es que ya estamos en esa digna sede o ciudad nosotros, sus meros “guardianes de la bahía”, aunque sin muebles, pues se acabaron los dineros y resolvieron no darnos más, pero seguro ya tendremos, que no cunda el pánico, pues para eso están las negociaciones con el Ejecutivo que vino para el estreno y no nos va a dejar despachando con montones de expedientes apilados, tal como salió en el periódico, donde retrataron las oficinas de un juzgado de lo mercantil con paredes de papeles amarrados a punto del derrumbe. No importa si somos de los más retrasados en eso de los juicios orales en la república y en el edificio eso ni siquiera se tomó en cuenta. No se pongan quejumbrosos; pronto nos emparejamos. De todas maneras funcionaremos para protección de los derechos de los ciudadanos (y de las ciudadanas, agrego), y de los indígenas (eso abarca a los dos géneros), y pintaremos su raya a la Fiscalía (ex Procuraduría) que atrapó con muy malos modos a uno de sus líderes en Ayotitlán, y quizá nos animemos a usar por esta única vez la legislación contra la tortura, para que no digan que no le entramos a respaldar a la democracia. Caray, si somos jueces, magistrados, si servimos al pueblo, nomás eso faltaba, sí señor. (No, pos así cómo hacerle campo a la justicia. Y me respetan el “pos”, muy nuestro). (Les dije que no leyeran. Pero insisten. Allá ustedes.)