Lunes, 13 de Enero 2025

LO ÚLTIMO DE Ideas

Ideas |

Ora sí, ando muy mal

Por: Paty Blue

Pues bien, me dije al tiempo que me desataba el mandil para incorporarlo a su colgadero, todo está listo para que la con-currencia haga su aparición a la hora que deseé. No en balde había yo madrugado para adquirir los insumos faltantes para la comilona y había puesto especial empeño en que el ágape para mis invitados estuviese previsto y dispuesto, hasta el último detalle, en punto de las dos de la tarde que, al menos desde que tengo uso de mi razón muy tapatía, es la hipotética hora designada para adjudicarse los alimentos vespertinos.

Con las botanas y bebidas en el punto justo para ser embo-degadas, sólo me restaba aguardar la llegada del nutrido contingente familiar convidado para la ocasión de festejar el cumpleaños de mi benjamín. La paciencia, lo reconozco, no es mi fuerte y si algo me exaspera es la espera, pero entendí que, como sucede siempre en domingo, todo el mundo se le-vanta más tarde, anda almorzando por ai de las 12 y es difícil que a las dos acaricien siquiera la posibilidad de volver a mover el bigote.

Así que me dediqué a dar vueltas sobre mi propio eje, co-mo león enjaulado, estirándole aquí, reacomodándole allá, observando el entorno y repasando los detalles de la logística culinaria, para que los comensales en potencia se asentaran cómodamente a disfrutar el esmerado producto de mi puntillosa previsión y reconocida sazón (al menos mi mamá decía que me salía muy bueno) para preparar el típico pozole al modo jalisciense, o sea, con caldo blanco, cabeza y manitas de cerdo, espinazo, pierna y un toquecito de orégano.

Pasaditas las tres, corroboré que tanto mis invitados, como el resto de la Humanidad, aprovechan el domingo para hol-gar a su anchas, y que ni siquiera un compromiso adquirido con anterioridad les hace apresurar las escasas actividades que pudieran tener en su día de asueto. Los pepinos de la bo-tana comenzaban a languidecer por la fuerza cítrica y el em-barrijo de champiñones que preparé comenzaba a orearse, por lo que tomé ambas vasijas y revolví sendos contenidos para tratar de reintegrarles su aspecto original.

A punto de dar las cuatro, sin moros ni tapatíos en la costa doméstica, mi espíritu de anfitriona mermó considerable-mente para dar paso a la naciente indignación que suele pro-vocar un posible plantón. No era posible que ni siquiera el homenajeado hiciera acto de presencia, cuando fue él mismo quien sugirió honrar su arribo a los treintaitantos con un delicioso pozole confeccionado por su santa y abnegada madrecita. Por otro lado, con las ayunas apenas atarantadas con un café, mi diligente aparato digestivo comenzó a gruñir sus reclamos alimenticios que hube de satisfacer con un par de rodajas aguadas de pepino y otras tantas de rábano deshidratado, que no consiguieron sino aumentar la ebullición de la animosidad que, a esas alturas, ya me estrujaba el páncreas.

A las cinco y cuarto, con la convicción de que la parentela había decidido tirarme la plancha, sin haberse tomado siquiera la molestia de llamar para disculparse, me senté a comer y rumiar mi desencanto por semejante ingratitud. En el pináculo de la indignación, ni siquiera me pasó por la cabeza llamar a alguno por teléfono para reclamar su ignominiosa indiferencia; sólo marqué el número de mi marido, quien un día antes había viajado a una población cercana, porque nomás faltaba que hasta él se sumara a tan denigrante afrenta y hubiera decidido no llegar a tiempo a tan cardinal evento. Hasta entonces, por sus misericordiosas puntualizaciones, me percaté que, sabrá Dios por qué derrapantes coyunturas mentales, se me hizo bolas el calendario y le adelanté una semana al proyectado convivio. Así que la muina enchilada que traía se me convirtió súbitamente en mortificación, no sólo por lo realmente grave de mi despiste, sino por la engorrosa eventualidad de congelar semejante olla de pozole, para la semana que entra.

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones