La Corte decidió, como era de esperarse, que cualquier pareja, sea o no del mismo sexo, tiene derecho a contraer matrimonio y en una resolución de esta semana obligó a los juzgados civiles de Jalisco a aceptar las uniones de parejas homosexuales. La resolución, le escuché decir al ministro José Ramón Cossío en una conferencia, fue muy sencilla, pues la ley habla siempre de contrayentes y cónyuges, pero en ningún lado dice que estos deberán ser del mismo sexo. Esto es, si los grupos conservadores quieren que sea distinto son ellos los que deben buscar una reforma legal, algo que, siendo francos, se ve cuesta arriba en un país cada día más abierto. Por el contrario, lo que hicieron estos grupos, en una actitud francamente antidemocrática, fue un llamado a los jueces a desacatar la orden de la Corte. A los niños que dicen defender estos grupos no les va a pasar nada, nadie va a sufrir porque existan matrimonios del mismo sexo salvo, muy probablemente, los contrayentes (apuesto que antes del año vamos a ver el primer divorcio de personas del mismo sexo, pero de eso nadie va a hablar).El caso de la mariguana es mucho más espinoso. Ayer comenzaron en Cancún los debates organizados por el Senado de la República para evaluar los pros y contras de una posible despenalización. El tema resulta más complejo porque no estamos hablando ya de temas morales, aunque hay quienes aún mantienen una posición moral en este asunto, sino de salud pública. Esto es, lo que se decida tiene efectos positivos y negativos para la sociedad.En ambos casos se trata de una agenda de ampliación de libertades, pero mientras que en el matrimonio de personas del mismo sexo el debate era simplemente si posibles contrayentes tenían o no derecho, en el de la mariguana es tanto o más importante los cómos de la despenalización como la despenalización en sí misma. Hay experiencias en otros países que hay que revisar y discutir sin fanatismos. Tan falso es el argumento policiaco de que la mariguana está detrás de todos los delitos, (un prejuicio del tamaño del mundo que tristemente se refleja en el número de personas encarceladas por portación de hierba) como los que dicen que inocua y la panacea médica. El gran reto de despenalizar una sustancia adictiva, como fue el caso del licor, es evitar al máximo el contacto con los jóvenes. El alcohol es el mejor ejemplo de lo que no debemos hacer.Ojalá entremos al debate más con ganas de entender y aprender que con prejuicios, de uno y de otro lado.
