Jueves, 25 de Abril 2024

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Mala cosecha

Por: Jacques Rogozinski

Mala cosecha

Mala cosecha

Trump no ha dejado de culpar al TLCAN por la disminución del empleo en el sector manufacturero en los Estados Unidos. No quiere aceptar la principal razón: La tecnología.

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Sin embargo, en México no estamos considerando que la incorporación de tecnología a actividades antes desempeñadas por humanos, hará lo mismo con tareas que desempeñan hoy millones de migrantes mexicanos en el campo.

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Hace poco leí acerca de una máquina de recolección de lechuga desarrollada por investigadores asociados a la Universidad de Stanford, Jorge Heraud y Lee Redden. The Economist menciona que las computadoras del robot, llamado Lettuce Bot, reconocen maleza cuando la máquina pasa por el campo, confrontan las imágenes de la planta con una base de datos amplia y, con eso, el robot decide si aplica una dosis que aniquile a la hierba mala y, al mismo tiempo, alimente a las lechugas buenas. ¿La apuesta siguiente de sus creadores, para sus pruebas piloto? Probarlo para que cuide el mayor cultivo de Estados Unidos —y de México—, el maíz.

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El Lettuce Bot tiene una efectividad del 98% para reconocer malezas, mayor que la del ojo humano, dicen sus creadores.

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En otra parte del mundo está Ladybird, un robot para grandes superficies agrícolas. La máquina, que ya pasó pruebas piloto en Australia, en una de cuyas universidades fue creada, se maneja de manera autónoma alimentada por celdas solares que le permiten recorrer grandes territorios verificando tanto la salud de las plantas como las condiciones climáticas, las necesidades de nutrición y, como el Lettuce Bot, las malezas riesgosas. A diferencia de aquel, Ladybird ya nació equipada con un brazo robótico para eliminar plantas nocivas que podría permitir también ayudar en la cosecha, reduciendo ya no solo la necesidad de humanos para plantación y cuidado, sino también para recolección.

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El Lettuce Bot y Ladybird no están solos: Estados Unidos también realiza pruebas con robots menores para cosecha. Son pequeños (se alzan por debajo de la rodilla) y tienen brazos con terminaciones prensiles para transportar plantas. No usan GPS (que los haría más costosos) sino sensores laser para detectar obstáculos a corta distancia. El operador da al robot las coordenadas de dónde recolectar y depositar, luego la máquina se ocupa del resto.

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Según estimaciones privadas, para una industria agrícola como la estadounidense, la automatización podría representar ahorros de al menos un 7% anual en costos laborales. Debemos seguir cuestionando las decisiones nada amistosas de Trump con los migrantes indocumentados que trabajan en los campos de los Estados Unidos, pero, como país, México debe tomar en cuenta que los cambios no solo no se detendrán, sino que continuarán más allá de un presidente que está en contra de la inmigración. Trump puede estar orgulloso: los robots que antes quitaron empleos a los obreros industriales norteamericanos, ahora quitarán del campo a los “bad hombres” latinos. Mientras para nosotros, es tiempo de comenzar a pensar lo obvio: los robots harán más eficiente al agro americano y esto incrementará la presión para la migración inversa; hacia nuestro país. ¿Qué sucedería con estos migrantes si también el agro mexicano decide automatizar su producción?

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