Viernes, 17 de Enero 2025

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Los trágicos contemporáneos

Por: Dolores Tapia

Los trágicos contemporáneos

Los trágicos contemporáneos

Por Dolores Tapia (dolorca@hotmail.com, eljuguetero@live.com.mx)

En todos los trabajos brillantes hay un riesgo. Hugo Arrevillaga dirigió de manera exitosa Incendios. Una obra del dramaturgo Wajdi Mouawad. El año pasado, varios medios de comunicación daban la noticia de que en varios años, ninguna obra de teatro lograba mantener colas de espectadores por tiempo indefinido. Vi Incendios en el Foro Shakespeare de Condesa en DF. Me sorprendió que efectivamente, desde las Aventuras de la Capitana Gazpacho de Gerardo Mancebo del Castillo Trejo, no había visto gente que peleara los boletos para entrar a ver un trabajo escénico.

En la función de la obra de Wajdi vi caras conocidas, amigos, colegas y gente famosa. Me pareció que era, digamos, de esas obras “tocadas” y que contaba con dos elementos extraordinarios, su actriz Karina Gidi —maravillosa en este trabajo— y la dramaturgia poderosísima de Mouawad. Arrevillaga había ya dirigido del mismo autor Litoral, con un éxito mediano. Y ahora mismo en Ciudad de México se pueden ver varios trabajos de él mismo acerca de La Sangre de las Promesas, tetralogía del autor que en sus propuestas incluye las obras de Bosques y Cielos.

Insisto con el tema de que en todos los trabajos brillantes hay un riesgo. Y quizá el futuro de Arrevillaga se antoje incierto luego de la acertadísima visión de montar Incendios en estos tiempos. El como Viqueira, Vieyra y Villarreal forman parte de este grupo de creativos, que le han ido dando fondo y forma al espectro y expectativas del teatro contemporáneo. Cada uno de ellos, es diferente en su abordaje, en su hacer. Y por eso aplaudo que la Coordinación de Artes y Literatura de Cultura UdeG haga posible que Arrevillaga visite Guadalajara para impartir un taller de dirección escénica.

Me gusta el trabajo de Hugo y me restan por ver sus demás propuestas, pero quisiera ser justa y lo más objetiva posible. Cuando vi Incendios, como un gran porcentaje de los asistentes al teatro aquel día, terminé llorando. El público de pie aplaudió el trabajo de la actriz, como Nawal, el personaje principal, la hicieron salir varias veces y esto, lo sé, se repitió en varias funciones. Pero señores, estamos frente un texto maravilloso, un texto que provoca y jala, un texto que nos recuerda nuestra humanidad, nuestro ser espiritual e incluso hace estremecer nuestra conciencia de ser un alma sobre esta compleja tierra. Me parece que Wajdi trepó a Arrevillaga —y él se puso a nivel con lo que tenía— al nivel de su magnífica obra. La gran tragedia oriental. La gran tragedia Europea. La gran tragedia contemporánea. Shakespeare. La guerra. 60 mil muertos en este sexenio que no termina de terminar. Grande Mouawad. Atinado Hugo que sabe leer los espejismos de la contemporaneidad. El público de pie y llorando. A lo que aspiramos con el arte. Con un director sí, que no hizo malabarismos si no que para mi gusto, supo leer muy bien el entorno, intuyó con corazón y supo, sin duda, leer muy bien al autor y sumar los esfuerzos. No hay duda, cuando eres testigo de un público de pie y llorando en casi dos años de temporadas.
 

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