Martes, 14 de Enero 2025

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Los suelos agrícolas (Parte 4)

Por: Roberto Sierra B.

La exposición que a continuación hacemos lleva intrínseca una consideración para la mejor comprensión de los aspectos del tema. Así, el aire del suelo es un constituyente aunque variable.
 
El aire del suelo difiere del de la atmosfera en varios aspectos. Primero el aire del suelo no es continuo, pues está localizado en el laberinto de los poros, separados por los sólidos del suelo, es por ello que se impone la necesidad de hacer la labor agronómica de la aireación. El hecho pues se explica la variabilidad en composición del aire, de un sitio a otro del suelo. En este aspecto estemos pendientes de que las partículas estén conformadas en su estructura más o menos homogénea; o sea, que de acuerdo al grueso de las partículas es la corriente de aire que penetra. En bolsas o porciones, esta composición puede modificarse grandemente por las reacciones subsiguientes al englobamiento de los gases. En segundo lugar, el aire del suelo tiene generalmente una humedad más alta que la de la atmosfera, siendo su humedad relativa muy próxima al 100% cuando la consideramos óptima. En tercer lugar, el contenido de anhídrido carbónico es generalmente más alto y el del oxígeno más bajo que los hallados en la atmosfera. El anhídrido carbónico es, a menudo, varios centenares de veces más concentrado que el de 0,03% comúnmente hallado para atmosfera. El oxígeno disminuye al mismo tiempo, y en casos extremos puede ser no mayor de 10 al 12%, comparado con el de 20% aproximado para la atmosfera normal.
 
El contenido y la composición del aire del suelo están determinados en alto grado por las relaciones suelo-agua. Aquí, para nuestros amigos agricultores de avanzada sugerimos el uso de un higrómetro. Siendo una mezcla de gases, el aire se mueve meramente dentro de los poros del suelo no ocupados por el agua. En los encharcamientos hemos encontrado que la aplicación del sulfato de magnesio este actúa como un digestor de alta celeridad. Cuando ha cesado la lluvia por ejemplo, los poros que primeramente se vacían del agua del suelo son los grandes y luego los medianos, a medida que el agua se va por evaporación y por el uso que de ella hacen las plantas. Así, el aire del suelo ocupa normalmente los poros grandes, y al secarse el suelo ocupa también los medianos.
 
Esto explica la tendencia que tienen los suelos de alta proporción de suelos finos a ser aireados pobremente. En tales suelos, el agua tiende a dominar sobre el contenido se aire, y la composición del suelo resulta inadecuada para el buen desarrollo de los vegetales. Estos encharcados no cumplen la función ordinaria de la evo transpiración y si, corren el riesgo del reblandecimiento de sus raíces por la participación de la temperatura del agua encharcada.
 
La naturaleza dinámica del suelo la deducimos de lo anterior. La tendencia a variar de contenido y composición del aire, por rápidos cambios, ha marcado efectos no solo en el desarrollo de plantas útiles, sino incluso el desarrollo de los organismos microscópicos, plantas y animales, que lo ocupan. Brevemente volveremos ahora al tema, estudiando las reacciones producidas por estos organismos sobre el suelo.
 
El suelo, un laboratorio biológico extraordinario.- Un suelo mineral típico que lleva tanta energía activa en forma orgánica, es el lugar adecuado para una diversa población de organismos vivos. En efecto la vida del suelo juega un papel tan prominente e indispensable en los cambios que ocurren constantemente, que ningún estudio sobre el es completo sin esta consideración.
 
En los suelos abundan tanto los representantes del reino animal como del vegetal. Encontramos desde grandes roedores, gusanos e insectos, hasta diminutas bacterias. Además, muchos organismos varían en número y concentración hasta límites imposibles de precisar. Por ejemplo, y haremos mención al caso una vez más, en número de bacterias existentes en solo un gramo de suelo, puede variar desde cien mil hasta varios miles de millones, según las condiciones. Recalcamos la necesidad de que los laboratorios de suelos se interesen por la microbiología y no, nada más por la física y la química; va en ello la economía del cultiva mismo y la del bolsillo del productor toda vez que la fertilidad del suelo agrícola en mucho se debe a los micro organismos y no, solamente a los fertilizantes.
 
El peso total de materia viviente, incluyendo las raíces vegetales en una hectárea de suelo superficial en un suelo mineral tipo es por lo menos de cinco mil seiscientos kilogramos, mientras que en otros puede llegar de once mil doscientos a 24,400. En cualquier caso, la cantidad de materia orgánica es suficiente para influir profundamente en los cambios físicos y químicos del suelo.
 
Las cifras que aparecen más arriba se han venido manejando por la F.A.O. desde hace por lo menos medio siglo, sin embargo de los cambios lógicos que se suscitan con el trabajo agronómico al abrirse nuevas tierras al cultivo.
 
El autor es productor asesor-consultor Correo ing.sierra@yahoo.com.mx

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