Viernes, 29 de Marzo 2024
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Los frijoles y el TLCAN

Por: Rubén Martín

Los frijoles y el TLCAN

Los frijoles y el TLCAN

No hay dieta en México sin frijoles. Los frijoles son, junto con el maíz y el chile, parte de la dieta básica de los mexicanos. Se estima que en el país existen unas 150 variedades de frijoles, de las cuales unas 70 son nativas de este territorio, desde tiempos inmemoriales. Pero todo lo está cambiando el libre comercio.
La imposición de las políticas radicales de libre comercio ha tenido implicaciones tan severas que incluso han modificado la producción y el consumo del frijol. Hace 30 años, antes de las políticas neoliberales, cada mexicano comía 16 kilos al año, y ahora ha caído a la mitad: 8.4 kilogramos por persona anualmente, según datos oficiales del Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA) de la Secretaría de Hacienda federal (aquí se puede consultar dicho informe: http://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/200638/Panorama_Agroalimentario_Frijol_2016.pdf).  

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El cambio en el consumo no es lo único que han dejado las políticas de libre comercio en relación con el frijol. Los mexicanos ya no producimos el frijol que consumimos. Lo mismo ocurre con el maíz. Las políticas neoliberales, reforzadas en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), están teniendo un enorme impacto en el campo mexicano, al promover de manera deliberada la siembra industrializada de monocultivos orientados a la exportación (berries) a como insumo básico de productos (caña de azúcar). Esta reconversión neoliberal del campo mexicano se traduce en que millones de campesinos fueron forzados a dejar sus cultivos tradicionales para convertirse en jornaleros asalariados y, millones más, a migrar a la ciudad o Estados Unidos.

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El Centro de Investigación Económica y Política con sede en Washington acaba de publicar un reporte sobre 23 años de TLCAN y en particular se pregunta en qué le ha ayudado ese acuerdo a México. En el aspecto del campo, el reporte dice: “El TLCAN tuvo un severo impacto en el empleo del sector agrícola, debido a que Estados Unidos subsidia el maíz y otros productos, acabando así con pequeños agricultores en México. Entre 1991 y 2007, hubo 4.9 millones agricultores mexicanos desplazados; mientras que el trabajo estacional en las industrias de agroexportación se incrementó en cerca de 3 millones. Esto significó una pérdida neta de 1.9 millones de puestos de trabajo”.

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Esto implica que el TLCAN reconvirtió el campo mexicano, devastando la agricultura tradicional, convirtiendo a los campesinos independientes en trabajadores agrícolas dependientes de empresas orientadas a la producción para la exportación. No es un mero cambio económico ni ocupacional, es un cambio socio-político de gran envergadura. Y este es un resultado no contingente, sino deliberado pues eso es lo que buscaban las políticas agrícolas y comerciales de los gobiernos neoliberales.  

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Se trata de un proceso semejante al de la acumulación originaria: las políticas económicas y las leyes estatales orientadas a la acumulación de capital impulsan un nuevo periodo de “cercamientos” obligando a los productores directos a dejar de serlo para convertirse en trabajadores dependientes asalariados.

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Es un cambio devastador para los campesinos del país. El TLCAN no debe renegociarse, como quiere ahora Estados Unidos, debe cancelarse y el campo mexicano debe ser recuperado para los productores directos. Como quería Zapata, la tierra debe ser de quien la trabaja.

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