Sábado, 20 de Abril 2024

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La hiedra de la violencia

Por: Luis Ernesto Salomón

La hiedra de la violencia

La hiedra de la violencia

Los hechos violentos se han vuelto cotidianos, se difunden algunos, se ocultan otros, pero todos dejan una huella en la mente de quienes saben que el peligro de ser víctima es un hecho cercano. Como una hiedra crece y cubre cada vez más espacios en la sociedad. El temor se esparce y se convierte rápidamente en rabia e impotencia que se comparte en una imagen y muy pocas palabras. Es como un veneno silencioso.

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Esta realidad inocultable es el desafío más importante para las autoridades, es más delicado que cualquier negociación externa o más riesgosa que cualquiera elección política. Se convierte en un desafío a las instituciones. Es un monstruo de mil cabezas, porque no se trata solamente de uno o varios grupos de delincuentes organizados para lucrar y obtener poder, sino que crecen los casos de violencia cometidos por la delincuencia común y aun en organizaciones y en las propias familias. La fragmentación de los mandos policiales, la falta de recursos, la dispersión geográfica, la contaminación política y la infiltración por parte de la delincuencia se ha convertido en una resistencia enorme para que México cuente con un sistema policiaco eficiente. Las fuerzas armadas han entrado a respaldar las tareas de seguridad pública sin contar con un marco legal que legitime puntualmente su actuación, y se han convertido en imprescindibles para el control de territorios y vigilancia de mares, desiertos y montañas, en donde circulan grupos de delincuentes que no pueden ser controlados por los sistemas de policía.

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La escala de la violencia exige una respuesta institucional más contundente. Esta realidad es cada vez más referida en el extranjero, donde se expresa la preocupación por la necesidad de fortalecer la estructura policial y militar del país. Los mandos políticos y militares en los Estados Unidos expresan esta preocupación con lo elevan la presión sobre nuestro país.

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Desde los comentarios de Donald Trump, hasta las filtraciones de las conversaciones de Kelly con miembros del congreso y del senado, en las que se califica la situación de México como peligrosa para estados Unidos, muestra un ánimo inconveniente para nuestro país. La seguridad interior de México es una prioridad en las tareas del Estado, y debe mantenerse al margen de la lucha política de cara a la elección presidencial. Es también un elemento importante de la seguridad de los Estados Unidos, que parece inclinarse al discurso fácil del impacto a las masas. Nos corresponde asumir con mayor fuerza el control de la seguridad interna, consolidar las transformaciones y acelerar la concentración de los mandos para evitar fisuras y fístulas dañinas que causan un daño enorme a las instituciones de seguridad.

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La agenda de seguridad pasa por cambios legislativos que resulta incompresible que tengan años congelados en el Congreso, por instaurar las 32 policías que centralicen el mando, iniciativa que también tiene años detenida, y aprobar el régimen de participación de las fuerzas armadas en las tareas de seguridad interior. El fortalecimiento de las tareas de inteligencia, anti terroristas y de vigilancia cibernética son esenciales en este momento y lo serán mucho más el año próximo. Muchos son los intereses que querrán influir en la elección presidencial de 2018. Alimento para le hiedra son los intereses legítimos de origen mexicano, los ilegales de aquí, los intereses externos de gobiernos, empresas y aquellos de otras organizaciones delincuenciales trasnacionales que pueden buscar abrirse espacio en una oportunidad como esta. En una campaña electoral que se desarrollará en gran parte sobre plataformas cibernéticas, la tentación de manipular contenidos, mensajes, temas, y multiplicar impactos puede ser enorme. La presión para favorecer candidatos por intereses inconfesables en regiones, estados y municipios puede ser un veneno, que pase aun por encima de partidos y requiere del antídoto de una sociedad alerta, vigilante y serena. La inseguridad es un caldo de cultivo para esparcir el miedo y exaltar los sentimientos paralizantes. Habrá que coordinar todos los esfuerzos institucionales para evitar que la hiedra crezca en medio de la tormenta electoral del año próximo.

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