Viernes, 29 de Marzo 2024
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La figura

Por: Jaime García Elías

La figura

La figura

Ahora empieza lo bueno…

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Se explica que Javier Eduardo López se convirtiera, saliendo prácticamente de la nada, en la figura de la undécima jornada del Torneo de Clausura.

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Se explica sobradamente, porque se trata de un jugador que ya había tenido algunas ocasionales apariciones como suplente con el Guadalajara. Aquellas apariciones, además de fugaces, fueron irrelevantes: nunca contribuyeron a modificar un resultado adverso del (a pesar de todos los pesares…) equipo más popular de México. Javier –o “La Chofis”, como lo apodan, según refieren, por el parecido con la novia de uno de sus compañeros— mostraba, sí, buenas hechuras, acordes con las cartas de recomendación que no dudan en extenderle quienes han seguido de cerca su desempeño en las fuerzas básicas del “Rebaño Sagrado”. Pero hasta ahí.

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Lo del sábado fue diferente… Aunque tampoco fue titular –indicio de que, además de la lesión que lo tuvo dos meses inactivo, su técnico, Matías Almeyda, no le ve aún los tamaños necesarios para incluirlo como inicialista, en las difíciles circunstancias por las que atraviesa el equipo—, su  ingreso a la cancha fue un suceso…

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Javier entró al campo a los 52 minutos de juego, en sustitución de Raúl López. “Chivas” y Monterrey estaban empatados a uno. Por el hecho de ser local, líder de la clasificación y porque los pronósticos así lo señalaban, se suponía que era cuestión de tiempo que la “Pandilla” se adueñara del partido y lo reflejara en el marcador… Empero, Javier hizo trizas esa teoría. Dos chispazos suyos, en que hizo gala de una velocidad física y mental extraordinaria, de una habilidad excepcional en el manejo de la pelota, una picardía notable en la concepción de la acción ofensiva y una serenidad poco común a la hora de dar al balón el toque a la red, se tradujeron en los goles que convirtieron al Guadalajara más trespeleque de los últimos tiempos, en protagonista de la campanada más sonora de la jornada.

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Ahora empieza lo bueno, decíamos al principio.

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Y se comprende, porque si los jugadores del Monterrey –empezando por su técnico, Antonio Mohamed— se encontraron con que un ilustre desconocido (o punto menos) les escamoteó el partido en un santiamén, sus próximos adversarios ya estarán advertidos de que, si lo dejan, ese muchachito que hasta antes del partido del sábado no era nadie, les puede pintar la cara de payaso.

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