Soy un fervoroso amante de la naturaleza y sus criaturas, por eso, frecuentemente escribo sobre las bellezas que a creado y que deleitan la vida del hombre; esta colaboración no es la excepción ya que me voy a referir a una de sus tantas maravillas, una verdadera joya viviente que a pesar de su minúsculo tamaño, su cuerpo entero danza pues es sinónimo de gracia y ligereza y ejecuta lo que podríamos llamar “La danza de la vida” y como día con día la contemplo, los invito amables lectores a que me acompañen y sean testigos de una de esas funciones ya que produce un impacto emocional único. El pájaro que nunca camina La función se inicia puntualmente día con día con la primera claridad del amanecer y esa puntualidad es porque sale a comer ya que debe hacerlo cada 20 minutos y para realizarlo se convierte en un verdadero acróbata aéreo pues haciendo del espacio el teatro flotando en el aire comienza a levitar mientras come y como damisela bonita y alegre hace cambios con orden y compás ya que su vuelo debe ser milimétrico como si la velocidad y la acrobacia fueran las consignas que le dio la naturaleza al crearla. Una verdadera joya viviente Pienso que con lo leído paciente lector, ya intuyó que de lo que estoy hablando es de la chuparrosa, colibrí, chupamirto o picaflor; esta reinita como también se le llama, con sus desplazamientos aéreos, demuestra que son formidables acróbatas del aire, como si tuvieran el dominio del viento; son una belleza viva de refulgente colorido, un ave maravillosa, hecha con amor por el creador que vuela con una ligereza y frenesí sorprendente, con una gama de giros aéreos y una armonía de movimientos preestablecidos por la naturaleza, como si fuera una demostración de talento artístico o una exhibición para lucir su plumaje multicolor: sus alas festonadas de plata, el pecho azul marino intenso, rojo carmesí en la parte central y el resto del pequeño cuerpo verde esmeralda; completándolo un copetito y un pico largo laqueado de rojo que es su herramienta de alimentación y ataque pues es un verdadero guerrero cuando ve amenazado su nido o sus polluelos y sin importar el tamaño del enemigo, incluyendo al hombre, ataca con ferocidad y sin descanso. Esta vivencia cotidiana que en el hoy es el tema de la colaboración es posible debido a las observaciones que de tiempo atrás he venido realizando ya que uno de mis libros es sobre la chuparrosa y las pude realizar gracias a unos comederos que en el ventanal que da al jardín de la casa de ustedes tengo lo que me ha permitido observarlas con absoluta precisión a menos de un metro de distancia y gozar así de su vuelo pausado y rítmico manteniéndose estáticas en el aire o en su revoloteo constante por su intenso batir de sus alas (60 aleteos por segundo) un algo increíble es tanta su belleza que muchos poetas y escritores la toman como tema para expresar su admiración como la poetiza tapatía Guadalupe Morfín que de ella dijo: Tiende, mujer, el mantel de colores Mira que el pan sea tibio Y abiertas las flores Pon sobre la terraza tus amores Y brinda con el sol, Pues a vuelto a cantar tu colibrí.