Discordia y armonía disputando con determinación, impone su carácter con acciones efectivas y congruencia Margaret Thatcher en la Década de los setenta del siglo pasado en el Reino Unido como Primera Ministra. Un precedente no igualado.Distancia en tiempo relativamente cercana, la narración fílmica abre espacio a la reflexión, más allá del entretenimiento y la diversión, sobre los acontecimientos que conmueven a Europa y al mundo.La Thatcher, como se le menciona en el curso de los años, rompió reglas sin temor al fracaso en una sociedad tradicionalmente conservadora, aún fuera del territorio como lo hizo, aún por medio de la fuerza armada, al impedir cambios como los que apuntaban en las Islas Malvinas sobre las que Argentina reclamaba derechos con los reclamos en América. En otro orden de causas, su determinación fue factor decisivo en la conclusión de la Guerra Fría con saneamiento de la economía británica con cambios trascendentes hacia la prosperidad. Las capacidades histriónicas y talento de Meryl Streep, Harry Lloyd, Kim Broadbent y Richard E. Grant contaron con la excelente dirección e inteligencia de Phyllida Lloyd en secuencias hábilmente engarzadas de la niña, la joven, esposa y anciana de tan singular mujer, Margaret Thatcher, que dan vida a la secuencia de recuerdos y analogías a la edad de ochenta años.El relato, realizado con gran vivacidad, opone los sentimientos y desempeño de una niña de origen humilde que no le impiden escalar al difícil mundo de la política y ejercer dominio sobre el sexo masculino en el Parlamento a base de tenacidad y convencimiento de las razones que impone con inteligencia y determinación a prueba de eventual rechazo de la propia población y líderes con raigambre tradicional.Dios nos guarde de la discordia.
