Jueves, 16 de Enero 2025

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Juegos Olímpicos

Por: Carlos Enrigue

Juegos Olímpicos

Juegos Olímpicos

Ahí va, sin miedo a la crítica lo diré claramente: las olimpiadas me dan hueva. Antes de que se enoje y me llame amargado déjeme explicarle brevemente el por qué de esto, a ver si es que acaso lo logro convencer que los juegos olímpicos son aburridísimos.

 

Como primer punto manifiesto una incapacidad de brincar mentalmente por 400 disciplinas distintas en un espacio de media hora. Los canales de televisión – quizá fomentando esos vicios que les achacan sus detractores políticos – pasan como 40 cosas al mismo tiempo. Son tres minutos de clavados, seis de gimnasia rítmica, cinco de tenis, ocho de equitación, dos y medio de natación, etcétera, etcétera, todo narrado por Enrique Burak a quien – no me engañan – se le oye la voz aguardientosa de ginebra Beefeater. El punto es que jamás te puedes concentrar seriamente en una cosa, y como el que suscribe o camina o respira, tanta competencia termina por rebasarme.

 

Segundo. No conozco la mayoría de los deportes. No. No soy tarado. Entiendo los conceptos fundamentales ¿qué tan complejo es el tiro con arco? Sin embargo no me sé ni una regla, ni nada de la técnica que envuelve el deporte. Por ello, cuando tu ves un clavado y te levantas extasiado a dar una ovación, sólo te baja el autoestima ver que los jueces dieron calificaciones pésimas y te exhibieron ante los demás como un verdadero villamelón.

 

Tercero. En algún momento va a salir el compayito. No creo que este punto requiera profundizarse.

 

Cuarto. Tienes que ser medido con tus comentarios. Mal que bien, las olimpiadas son el caldo de cultivo par excellence de la xenofobia y de los pensamientos pederastas. Por ello, en aras de guardar la fraternidad entre los pueblos, uno debe cuidar lo que dice cuando el mexicano perdió por poco ante un atleta cubano; igualmente se deben reprimir los comentarios libidinosos cuando se mira lúbricamente a la gimnasta checa de 15 años que está pa matarla.

 

Cinco. El punto central es que yo no veo que los retos sean tan retadores.

 

Elaboro el último punto. Sí, ciertamente yo no puedo correr 100 metros en esa cantidad de tiempo. Sin embargo, a mi me parecía mucho más reto cuando ponían a los concursantes vestidos de botarga a correr en una cinta mecánica en el programa español Gran Prix para luego encarar a un toro de lidia que cualquiera de las competencias olímpicas.

 

Por ello, tras una reunión con productores de televisión japonesa, se ha determinado enviar las siguientes propuestas al Comité Olímpico Internacional a efecto de adoptarlas en los siguientes juegos:

 

(1) Echar pirañas a la alberca. Claro, nadar 400 mts de dorso en un minuto es meritorio. Pero es doblemente meritorio lograr esto en una alberca repleta de pirañas rabiosas.

 

Si no alcanza el presupuesto se pueden usar tilapias. Por supuesto que no es tan riesgoso, pero sin duda a los competidores les darán muchas ñañaras.

 

(2) Salto de longitud con cobras. ¿Se siente usted muy gallo? ¿Pegaría un brinco a un nido de cobras? ¿Qué pensaría si, además, las cobras fueran miembros del partido nazi y pugnaran por la supremacía cobra en el mundo? Dígame ahora si eso no es un entretenimiento verdaderamente familiar.

 

(3) Equitación en disfraz. De los mejores disfraces jamás inventados son aquellos de caballos compuestos por dos partes en la cual dos individuos forman la parte delantera y trasera del supuesto caballo. Si bien esto resulta muy gracioso en cualquier peda de halloween, sería mucho más divertido ver a la botarga tratar de brincar baremos de equitación.

 

(4) 400 metros con obstáculos. Sí, una valla no es cualquier cosa – yo a lo más brinco medio kilo de tortillas. Sin embargo ¿Qué le parece más obstáculo a usted? ¿Una valla, una mina antipersonal o una trampa de oso?

 

(5) Plataforma de diez metros a la Acapulco. No sé usted pero yo me acuerdo la impresión que le causó a Chavita cuando Cantinflas se echó aquel clavado en “El Bolero de Raquel”. Por ello proponemos dotar a los clavados del dramatismo de La Quebrada incluyendo un aparato que permita vaciar el foso de agua en menos de una centésima de segundo. A mayor riesgo, mayor audiencia.

 

(6) Trampolín sincronizado de tres metros a alberca de gelatina de vodka. Los atletas revivirán su adolescencia cayendo a una gelatina inmensa de vodka; para mayor dificultad se incrustarán unos panditas gigantescos que hacen al brebaje tener más consistencia. El verdadero reto consiste en no matarte con lo resbaloso del complejo acuático, pues al tercer salto ya vas más pedo que El Canaca.

 

En fin, si mis propuestas le parecen una imbecilidad no se preocupe, usted póngase sus mallones de ciclista y salga a hacer su Tour de Pablo Neruda. Cada cual vive las olimpiadas a su manera.

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