Martes, 12 de Noviembre 2024

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Izquierda moderna o domesticada

Por: Rubén Martín

Izquierda moderna o domesticada

Izquierda moderna o domesticada

El debate al seno del Partido de la Revolución Democrática (PRD) sobre su permanencia o no en el Pacto por México y su postura ante la reforma energética ha permitido escuchar, en voz de muchos de sus dirigentes, la expresión de que esa fuerza política aspira a posicionarse como una “izquierda moderna” y propositiva que contribuya a la solución de los problemas nacionales.

Este posicionamiento se hace no solo para tratar de diferenciarse de las posturas de sus antagonistas electorales, los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN), con quienes compite por el mercado electoral e ideológico del campo político institucionalizado.

Las acciones de esta izquierda moderna van acompañadas de un discurso que legitima ciertas acciones y posturas políticas, mientras que cuestiona y descalifica otras formas de hacer y entender la política desde la izquierda.

La auto identificación como “izquierda moderna” se constituye en oposición a otros que son de izquierda y no son “modernos”.  Es decir, la auto-definición descalifica a otras corrientes por ser premodernos o del pasado a quienes se atribuye posturas y formas de hacer política ortodoxas que no toman en cuenta los cambios políticos ocurridos en el mundo desde la caída del Muro de Berlín. Parte de este discurso comparten perredistas como Jesús Zambrano, Marcelo Ebrard o el ex dirigente estudiantil Fernando Belaunzarán.

Esta postura de los cuadros del PRD que se inscriben en esa “izquierda moderna” hay una cierta teleología de asumirse como políticos de izquierda que antes compartían ciertas posturas y formas de hacer política que la izquierda ortodoxa sigue practicando, pero ellos ya no. Como si se hubieran curado una enfermedad de inmadurez y ahora ya actúan con responsabilidad y sensatez.

Muchas de estas críticas de la “izquierda moderna” se enderezan en contra de López Obrador, a quien califican de líder carismático premoderno, pero también al resto dela izquierda que no ni perredista ni de Morena.

Y aquí hay una gran constelación de grupos, corrientes, partidos y colectivos que van desde los que reivindican la dictadura del proletariado, la izquierda anticapitalista, hasta las corrientes libertarias. Más allá de estas corrientes, hay movimientos sociales que buscan un cambio social en el país que también son cuestionados en sus formas de hacer política. El actual PRD se ha aislado y ahora es cuestionado en una gran mayoría de esta constelación de grupos y corrientes de izquierda.

Varias corrientes, como el zapatismo, han ido poniendo en práctica de manera novedosa y creativa formas de hacer política, algunas del pasado indígena y otras de reciente creación, que invalidan la crítica de la “izquierda moderna” hacia esta otra izquierda que mantiene un impulso de cambio social radical.

Para muchos de estas corrientes, el PRD se encamina no hacia una “izquierda moderna” sino hacia una izquierda domesticada que ha dejado de ser oposición real para convertirse en parte de las fuerzas que legitiman el sistema el sistema político mexicano. Un sistema que cada vez está más desprestigiado ante la población y que muestra síntomas no de modernización sino de decadencia.
 

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