Y sí, el sábado 11 de agosto de 2012 fue un gran día y pasará a los anales de la historia deportiva de México como la fecha en que se obtuvo la primera medalla de oro en futbol varonil en unos juegos olímpicos. El dato es memorable, y la actuación del equipo mexicano en la cancha de Wembley también lo es porque se le ganó con toda categoría y sin objeción alguna a la selección de Brasil, que seguirá cargando su frustración por al menos 4 años de no ganar la presea dorada; ayer lo decíamos, qué bueno que fue Brasil el rival en la final porque así el oro brilla más, y la manera como se jugó le dio un brillo esplendoroso. No hay argumento válido para demeritar en lo más mínimo lo conquistado por el Tri Olímpico, un actuación redonda de todo el equipo, partiendo del planteamiento táctico de Luis Fernando Tena y la ejecución en la cancha de los jugadores; el juego de conjunto se impuso a las individualidades brasileñas, los elogios son muchos y merecidos pues se culminó con broche dorado una actuación que fue de menos a más, terminando invictos. Si Corona y Giovanni fueron determinantes en varios partidos, a la hora buena aparecieron Oribe Peralta con sus goles que fueron definitivos, y Marco Fabián, quien ayer desparramó su talento sobre el césped sagrado de Wembley y estuvo a nada de hacer un gol de antología, pero el travesaño se lo impidió. Este par de elementos fueron claves también en el partido de semifinales ante Japón, sería una injusticia no mencionar y reconocer al resto de los muchachos: Diego Reyes, Hiram, Mier, “Chatón” Enríquez, Carlos Salcido, Héctor Herrera, Israel Jiménez, Darvin Chávez, todos ellos impecables en labores defensivas y de recuperación; a Javier Aquino, Ponce, Vidrio y reiteradamente a Chuy Corona, manejando y defendiendo con propiedad la ventaja obtenida en los primeros segundos del encuentro, aguantaron con orden los embates amazónicos al inicio del segundo tiempo, para rematar el partido en una jugada de táctica fija que culminó Peralta con el segundo gol. México se enseñoreó en el encuentro y el gol de Hulk en tiempo de compensación le dio al marcador una cerrazón que no necesariamente existió en el terreno de juego. Este grupo tiene muchas virtudes, su confianza en sí mismo y en sus alcances era plena, desde su formación fue casi siempre contra corriente pero logrando los objetivos trazados: campeones panamericanos, calificación a los juegos olímpicos y ahora la medalla de oro. La historia sigue cambiando, ayer el “Flaco” derramó lagrimas de emoción al escuchar el himno nacional en la ceremonia de premiación; qué distinto a las lágrimas de derrota y frustración de antaño. Los jóvenes mexicanos con mentalidad y personalidad ganadora ya demostraron que no importan los blasones del rival, le juegan de tú a tú al que sea, dejando en el olvido las goleadas estrepitosas que se sufrían ante los grandes, cada vez más frecuentemente jugamos como nunca y ya estamos ganando como siempre. Que otra inmensa alegría deportiva como esta venga pronto.