Miércoles, 24 de Abril 2024

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Frankfurt y la realidad sobre el consumo de combustible

Por: Sergio Oliveira

Frankfurt y la realidad sobre el consumo de combustible

Frankfurt y la realidad sobre el consumo de combustible

Una noche antes de la apertura de los portones del salón del automóvil de Frankfurt de este año, el Jefe Ejecutivo de Volkswagen Group, Mathias Muller, habló del momento actual de la empresa que dirige y del futuro. En su discurso el alemán hizo referencia a los vehículos eléctricos, una estrategia que ya había sido lanzada el año pasado en París y cuyos primeros autos llegarán al mercado en 2020. Pero también hizo un llamado a que las marcas fabricantes de automóviles fueran honestas y transparentes con relación a los consumos de combustibles anunciados en sus productos. Sí, entiendo que a muchos puede sonar cuando menos irónico un llamado a la honestidad justo de parte de la empresa que fue descubierta en un escándalo en que sus motores usaban una especie de trampa tecnológica para engañar a las máquinas verificadoras de emisiones. Sin embargo, la empresa que hoy dirige Muller forzosamente es otra. Es una que necesita exorcizar sus demonios y está pagando sus penas. A Muller le toca enfrentar un descrédito que no fue generado por él, lo que no es una tarea sencilla, pero tiene razón en sus afirmaciones, el tema del consumo de combustible anunciado por las marcas es una verdad a medias, que genera mucha confusión en la mente de los consumidores desavisados y posteriores insatisfacciones. Es tan delicado que debería ser reglamentado, algo que dudo mucho que nuestro Gobierno esté dispuesto a hacer.

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Ya he dicho muchas veces en este mismo espacio que el consumo de combustible no es un número exacto. El mismo auto, conducido por la misma persona en el mismo trayecto puede variar según la cantidad de tráfico, el peso del vehículo ese día (si viaja una persona extra, por ejemplo), el humor del piloto o si está lloviendo, debido a la mayor humedad que aumenta también la cantidad de oxígeno en el aire, aunque el efecto sea mínimo.

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Medias verdades

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Sin embargo, el hábito que muchas marcas adoptan de hacer publicidad con base en el mejor consumo posible logrado por determinado vehículo es, por decir lo mínimo, engañoso. Porque un auto puede conseguir un consumo de, digamos, 25 kilómetros por litro en condiciones óptimas, con velocidad constante, a nivel del mar, sin aire acondicionado. En la práctica, principalmente en las ciudades, esas condiciones son irrepetibles. En la vida real hay baches, topes, semáforos y muchos otros vehículos que nos obligan a detenerse y volver a arrancar muchas veces. Y el momento en que un auto inicia el movimiento desde cero es cuando mayor consumo tiene.

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Con mucha frecuencia recibo en redes sociales quejas de parte de consumidores insatisfechos con el consumo de sus autos. Lo peor de todo es que en la gran mayoría de los casos, el consumo del cual se quejan es normal, pero los vendedores o, peor aún, la publicidad oficial del auto le prometieron cifras de, por ejemplo, 17 kilómetros por litro para un sedán compacto con potencia de alrededor de 150 caballos de fuerza y motor de gasolina, cuando ese consumo es mucho más cercano a la realidad en un híbrido como un Prius o un diesel como un Peugeot 208 HDI.

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Ese consumidor engañado no solo tiene derecho de enojarse contra esa marca sino lo más probable es que ya no vuelva a comprar un producto con el mismo logotipo en el futuro, tan pronto se de cuenta del engaño. En ese caso, el tiro habrá salido por la culata para esa marca o ese vendedor.

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Hay formas de calcular el consumo urbano promedio de un vehículo. Las marcas lo saben y el Gobierno también, pero cuando vemos que las autoridades pasan tanto tiempo para obligar a los fabricantes a poner la seguridad mínima indispensable a sus autos, como ABS y doble bolsa de aire, que solo serán obligatorias a partir de 2019, la esperanza de que se regule esa publicidad engañosa es prácticamente nula. De nuevo, como consumidores, la única defensa posible es educarse, leer, informarse. Y, por supuesto, desconfiar de la publicidad. Porque si nadie vende pan frío, mucho menos vende un auto que consume mucho.

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