Jueves, 23 de Enero 2025

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Espectáculo de circo

Por: Alejandro Irigoyen Ponce

Refiere la vieja máxima que los espacios vacíos terminan, tarde o temprano, por ocuparse. La coyuntura nos permitiría adicionar a la frase que con puro espectáculo circense.

Resulta que el país, el Estado y, concretamente, los municipios de la Zona Metropolitana de Guadalajara sufren de una suerte de vacío, en el que a las autoridades que van de salida ya poco o nada les importa siquiera guardar las formas, y las que vienen tienen que aguardar los tiempos legales antes de intentar hacer nada (aunque como pintan tampoco deberíamos esperar mucho de ellas).

Entonces tenemos un vacío en el que lo fundamental tiene que esperar, y lo incidental pagar la alta factura de quedar en manos de quienes, si bien nunca se destacaron por sus habilidades administrativas o talento político, hoy agregan a su mediocre desempeño un desparpajo en la omisión brutal, propio sólo del que decide claudicar antes de que siquiera que suene la campanada de arranque y que sabe que su pasividad y falta de compromiso no tendrá, por desgracia, consecuencia alguna.

No hay otra forma de explicar las posturas que han asumido nuestras autoridades en los últimos días, más que utilizando del cristal que porta quién le importa un pepino lo que pase o deje de pasar. Si fueran un poco más cínico dejarían de jugar a la simulación y gritarían a los cuatro vientos, para que nos quede claro a todos y ya no los molestemos, que de aquí a que dejen el encargo lo único que están dispuestos a  hacer es a cobrar sus cheques, pero nada más.

Nos sobran ejemplos, como esa máxima representación de la charada política en que se ha convertido el tema de los vendedores ambulantes en el Centro tapatío. La Ley prohíbe el comercio informal, pero las autoridades municipales lo toleran. Amagan, negocian y finalmente lo permiten, como si quisieran arrancar alguna sonrisa o el aplauso del respetable con un acabado performance del surrealismo bizarro.

También ese melodrama de carpa en que el que se “resolvió” el aumento de un peso a la tarifa del transporte urbano y el fraseo de los involucrados propio de la película La Ley de Herodes: un peso no es suficiente, dice el líder camionero Jorge Higareda y entonces lo único que podemos esperar los ciudadanos es que el servicio sea aún peor;  y los acuerdos entre autoridades y transportistas son de buena fe, no son Ley y entonces su cumplimiento es discrecional, dice el titular de Vialidad, Diego Monraz.

Así las cosas, lo más parecido al desempeño de nuestras autoridades lo encontraríamos en un circo, en esos juegos malabares de payasos que ganan tiempo mientras los trapecistas y los domadores de fieras terminan por montar sus actos.

Y de repente sale a escena un payasito, como los que se encuentran en los cruceros en el DF, con zapatotes desgastados, pantalones bombachos y dos globos para caricaturizar el trasero en forma grotesca que piden una moneda y preguntan ¿quieres que te cuente un chiste?

Ese chiste no sería otro que las autoridades, de todos los niveles, están obligadas por Ley a cumplir cabalmente con la normatividad vigente, a un desempeño honesto y transparente y a enfrentar y resolver todos y cada uno de los problemas que afecten a la sociedad, asegurando en cada momento el bien superior de la colectividad sobre el interés particular, hasta el último día de su encargo. Pero es eso, sólo un chiste, ya que nuestras autoridades hoy están en otra cosa —en el limbo del me vale—, en el que lo único que atinan a hacer es alimentar cotidianamente el vacío.

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