Lunes, 13 de Enero 2025

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Escuelas llenas y veranos largos

Por: Jorge O. Navarro

Escuelas llenas y veranos largos

Escuelas llenas y veranos largos

Cada vez que a mediados del verano las escuelas de preescolar, primaria y secundaria vuelven a llenarse de ruidos, cuadernos vírgenes, uniformes y mochilas estampadas con héroes de comic y damiselas concebidas en dibujos animados, llega el tiempo de lamentarse, otra vez, por el sistema educativo de México.

Como ya se difundió copiosamente, ayer regresaron a las aulas de educación básica 27 y medio millones de niños para iniciar los cursos del ciclo escolar 2012-2013, que concluirán cuando comience a dibujarse el temporal lluvioso del año próximo. De ayer a esa futura fecha tendrán que ocurrir, otra vez, los comparativos de la OCDE a propósito de los niveles de conocimiento en matemáticas y capacidad de lectura y comprensión; se aplicará la prueba ENLACE con la esperanza de que los resultados sean menos negativos que el año previo, y para entonces, el país entero pedirá explicaciones a un secretario de Educación que, se espera, tendrá un desarrollo profesional mínimamente relacionado con el ámbito educativo, y no que sea un médico como quien hoy (José Ángel Córdova) es responsable de esa tarea en el Gobierno Federal.

Además, días atrás habían vuelto a las aulas los jóvenes que estudian preparatoria en casi 16 mil escuelas de este nivel en el país; y a ellos se habían unido los afortunados que cursan una licenciatura en los siete mil planteles universitarios (públicos y privados) de México.

¿Las cifras sorprenden, no es cierto? Entre niños, adolescentes y jóvenes, casi una tercera parte de los habitantes del país está en clases. Y sin embargo, ¿por qué es una verdad genéricamente aceptada que un niño mexicano (promedio) está en desventaja ante un niño estadounidense, europeo o japonés, cuando de educación se trata?

¿Por qué los rectores de las universidades públicas coinciden en reclamar más recursos sólo para cubrir la demanda de estudios superiores, y concuerdan en que las autoridades dejan un espacio marginal en la agenda de gobierno al tema educativo?

¿Y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) con su inexplicable líder, Elba Esther Gordillo, que ha hecho de la fuerza docente del país un arma política? ¿Qué hacer con esa realidad que a tantos indigna?

Estos y numerosos cuestionamientos más se plantean anualmente, al comenzar en verano los cursos de educación básica. Y jamás –quien pueda contradecirlo que lo argumente y se disponga a ganar premios– hay propuestas sólidas para empezar a revertir una realidad que condena a la mayoría de niños y jóvenes a un futuro de subdesarrollo y dependencia.

A propósito de eso… Enrique Peña Nieto, quien apunta a ser (casi con total seguridad) el próximo presidente de México, ¿plantea un proyecto definitorio para mejorar el sistema educativo? No. La punta de lanza en el inicio de su eventual gestión ataca la corrupción, defiende la transparencia y una relación “justa” con los medios de comunicación.

La educación, parece, seguirá esperando. Quizá en algún verano del futuro remoto.

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