De acuerdo a los registros que se llevaban me enteré que solo 3 mexicanos habían estado en esta tierra, que los lugareños la llamaron Te-pito-o-Te-henua “El ombligo del mundo”; al conocerla de inmediato uno se explica el por qué de lo anterior ya que es una isla diminuta, la más lejana y solitaria del mundo, casi perdida en el océano pacífico sur ya que su superficie es de tan solo 118 kilómetros cuadrados y 58 de perímetro. Geográficamente es parte de la Polinesia pero no tiene playas de fina arena y desde el avión se ve como un triangulo con enormes acantilados en dos de sus lados y en sus vértices, las bocas de 3 volcanes ya apagados; si usted quiere llegar a ella por cualquier punto cardinal está a 5,000 kilómetros de distancia, por eso el avión jet hace 6 horas en su vuelo; el que esto escribe se trasladó a ella desde Santiago de Chile en 1979 ya que se encuentra en el hemisferio sur por eso mientras en México es invierno en la isla es verano siendo febrero el mes más caluroso; a esta pequeña isla también se le llama “La Frontera del Cielo”. Quizá mis amables lectores se pregunten intrigados del por qué el interés de escribir esta colaboración sobre esta isla que se le considera a pesar de su tamaño tan pequeño como una de las islas más misteriosas e interesantes del mundo y aquí esta la respuesta: Esta isla es la famosa “Isla de Pascua” “Rapa-nui” que significa Isla Grande; para los isleños en donde se encuentran 600 estatuas, gigantescas, figuras de piedra de apariencia humana talladas en una sola pieza, algunas de 100 toneladas de peso y tan altas como torres perfectamente pulimentadas por delante y por atrás. Los Moais A estas 600 estatuas de piedra se les llama “moais” están labradas todas ellas en una sola pieza, todas son figuras humanas ¿lo serán? El cuerpo se corta en la cintura, todas son varones salvo una que es femenina. Están desnudas y solamente la cintura está ceñida con un fajo adornado de anillos y símbolos desconocidos; todas se parecen tienen orejas largas y nariz enorme; los brazos forman parte del tórax y se notan unos dedos finos y con grandes uñas; cuando las conocí ninguno tenía ojos y solo se notaban las cuencas. En ningún otra parte del mundo se han encontrado figuras semejantes, se piensa que los modelos que sirvieron para su construcción no pertenecieron a esta humanidad. Estos gigantes están diseminados por toda la isla, la mayoría están caídos de cara al suelo y los que están erguidos solo algunos conservan un tocado o sombrero de piedra color rojo llamado pukao, algunos de estos pucaos pesan 10 toneladas cada uno. Por todo lo anteriormente escrito, saltan las dudas y van surgiendo las interrogantes y la multitud de preguntas sin respuesta que lo van aguijoneando que por desgracia por falta de espacio no es posible en esta colaboración darles respuestas a esta incomparable estatuaria de piedra “En donde los hombres miran al cielo” a pesar de tener enfrente el mar.