Viernes, 17 de Enero 2025

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Educación, ciencia y cultura

Por: Carlos Cortés

Educación, ciencia y cultura

Educación, ciencia y cultura

El trillado concepto de la Educación cobra su esencia en la paternidad. Padre y madre ocupan el primer escaño de responsabilidad, complementado por el entorno y circunstancia del ser del que forma parte sustancial, la instrucción en la escuela con toda su serie de propuestas y respectivas probabilidades.

En este orden surge la ciencia con su infinita capacidad y ahora, particularmente ahora, las consecuentes derivaciones tecnológicas que subyugan a los seres humanos. Basado en educación propia, el individuo ingresa por vocación, capacidad o aspiración, al escenario maravilloso  de esta era del conocimiento y comunicación; sólo que lo hace con limitación natural e ineludible de todo ser humano.

La cultura integra el modo de pensar y actuar, aplicando su modelo particular regional, inspirada por principios y valores de certeza propia; uno de ellos: la identidad y, por consecuencia ineludible, la dignidad, formando un todo en el modo de ser que da carácter al comportamiento  individual y colectivo.

Virtud o vicio cultural se engendran en familia, escuela y ciencia con particular importancia, pero sobre todo: responsabilidad. Si no existe padre conocido o la madre se muestra ajena al compromiso educativo, la instrucción atribuible al Estado carente de bases, y en su comportamiento el alumno sólo asiste a cumplir, estrictamente, con los lineamientos establecidos por ley y normatividad.

El comportamiento  individual y colectivo de las instancias gubernamentales, y en muchos casos particulares, está afectado por la cultura de la simulación, mas no del cumplimiento responsable de su función, con la consecuencia lógica de improductividad y falta de elementos competitivos en el mercado internacional.

Los eslabones educación, ciencia y cultura carecen de coordinación honesta y responsable, y el disimulo hace el resto en la cadena de perversidad que hunde a la sociedad en el desconcierto, la incredulidad y el sólo apego a las tendencias de bienes y servicios impuestos a un consumidor, mercado cautivo, mayor a cien millones de consumidores, a su vez con apetito de tecnología novedosa, que aún sin comprenderse y mucho menos dominarse cabalmente, se adquiere por ósmosis más que por convicción de conveniencia.

Justa y anhelada aspiración es la Ciudad Creativa Digital donde potencialmente se aplicaría talento latente en el Occidente de México, que sin excluir otras regiones se contempla, con obvia preferencia, al resarcir autoconfianza al individuo motivándolo al desarrollo de su creatividad con estímulo auténtico a su dignidad y responsabilidad.

Pasó el temporal promotor de votos y llega la oportunidad de crear las vertientes de infraestructura a partir de lo individual en la familia con sentido auténtico de hacer para merecer, antes de caer en provocaciones baratas y denigrantes por una prenda o bocado.

Dios nos guarde de la discordia.

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