Sábado, 02 de Noviembre 2024

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Divisiones que matan

Por: El Informador

Por Raymundo Riva Palacio. (rrivapalacio@ejecentral.com.mx)

Las elecciones del 7 de julio produjeron grandes sorpresas. La enorme votación del PRI en Quintana Roo, con 20 puntos de diferencia sobre el PRD en su bastión en Cancún. La debacle de la oposición en Hidalgo, donde Nueva Alianza se convirtió en la segunda fuerza en el Estado. El quiebre del PAN en Veracruz, que permitió al PRI recuperar la fuerza perdida en 2012. La segunda debacle consecutiva del PRI en Coahuila, que asentó al PAN en el Estado. La recuperación priista en Zacatecas, cuna de dinastías de la izquierda. Pero estas sorpresas, no fueron fortuitas.

En todas esas entidades hubo estrategias para romper a los partidos, o pagaron la negligencia de no resolver luchas fratricidas. Zacatecas es un buen mejor ejemplo. Un conflicto no resuelto entre dos ex gobernadores, Amalia García y Ricardo Monreal, produjo la división de la izquierda y dos partidos en disputa, el PRD y el PT. En esta elección perdieron ambos. En la capital, el PRI derrotó a cada uno casi 5 por 1, mientras que en Guadalupe, bastión perredista, la victoria del PRI fue 2 a 1. En Fresnillo, que tenía consolidado el PT a través de Monreal, a su derrota se sumó el hundimiento del PRD, que tuvo mil 472 votos, contra 36 mil 188 del PT y 41 mil 171 del PRI.

Los problemas en la izquierda Zacatecas fueron reproducidos, en la derecha, en Veracruz. El PRI en el Estado logró, primero, que el Tribunal Electoral estatal prohibiera las coaliciones, que era lo que pretendían forjar el PAN y el PRD, con una lógica aritmética. Al tomar los resultados de la elección presidencial el año pasado, PAN y PRD sumaban el doble de los votos del PRI, con lo cual, analizado mecánicamente, podrían derrotarlo. Aunque el comportamiento de los electores no es linear, el PRI procedió a bloquearlos jurídicamente de todos modos.

Una vez superado ese obstáculo, se dio una implosión en el PAN veracruzano ante el protagonismo de un eficiente operador neopanista que había negociado en la Ciudad de México ser uno en la lista plurinominal al Congreso, Miguel Ángel Yunes. El candidato había alineado al panismo local que percibía que él negociaba en la Ciudad de México, para sí mismo y sus hijos, candidaturas al margen del PAN local, por lo que el presidente del partido en el Estado, Enrique Cambranis, contratacó y lo colocó en el lugar número ocho de esa lista. Este tipo de conflicto interno afectó también al PRD en Hidalgo, donde quedó desdibujado, y al PAN ante la ausencia de la combativa Xóchitl Gálvez, sin cuya presencia se desvanecieron sus candidatos. En Aguascalientes, hubo un problema similar en el PRI, donde el conflicto no resuelto entre el gobernador Carlos Lozano y la alcaldesa, Lorena Martínez, le permitieron un cómodo regreso al PAN, pese a los recientes escándalos judiciales de su ex gobernador.

En Quintana Roo se trabajó sobre rutas parecidas a las de Veracruz. El objetivo de los operadores del PRI fue impedir la coalición del PRD con el PAN, que se logró, y dividir a la izquierda, que en el Estado tenía uno de sus electorados más fuertes. El golpe más importante fue haber conseguido que el ex presidente municipal de Benito Juárez, en donde se encuentra Cancún, Gregorio Sánchez, renunciara al PRD dos semanas antes de la elección, y se sumara al PT. La salida de Sánchez, reconocido operador político del PRD, significó también, para la dirigencia del partido encabezada por la corriente de los “Chuchos”, que se quedaran sin su principal fuente de ingresos, lo que repercutirá en la estructura directiva. El disparo fue tan certero, que el PRI recuperó el municipio con 20 puntos de diferencia, lo que motivó algunas de las críticas más severas postelectorales, por parte del dirigente del partido Jesús Zambrano.

En Coahuila se dio una lucha entre hermanos: Rubén Moreira, el actual gobernador, y Humberto, el anterior. Con fama de grandes operadores políticos que construyeron en el Estado una máquina de votos, un pleito familiar hace dos años los enfrentó y distanció. La primera consecuencia fueron las malas cuentas que entregó el gobernador en la elección presidencial, y la segunda, volver a perder este domingo ante el PAN la capital, Saltillo, y Torreón y Monclova, las otras dos grandes ciudades.

Las elecciones locales tienen múltiples microhistorias, pero pocas como la división interna en los partidos y las estrategias para provocar rupturas y cambiar alianzas, son tan ilustrativas para procesos de mayor calado. Deberán ser casos de estudio para 2015 y 2018, cuando las fallas que se vieron este 7 de julio, tendrán que subsanarlas para quien desee competir con posibilidades de éxito.
 

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