+ HACE YA 50 AÑOS DE AQUELLA MEMORABLE VISITA DE LOS KENNEDY A MÉXICO. + NUNCA VIO RECEPCIÓN IGUAL MANDATARIO ALGUNO, NI SE VERÍA JAMÁS. + ¿OTROS TIEMPOS, OTROS MUNDOS, OTRAS ÉPOCAS? + SUBIENDO LAS ESCALINATAS EN “RELACIONES EXTERIORES” Y ATAVIADA EN UN STRAPLESS AZUL DE OLEG CASSINI NACERÍA EL MITO LLAMADO JACKIE. Y ahora nos remontamos ¡50 años atrás! Verano de 1962, en todo México se no habla de otra cosa que de la visita del entonces presidente de Estados Unidos de América (EUA), John F. Kennedy acompañado de su ya para entonces popularísima esposa la ultrachic Jackie Bouvier, los que a instancias e invitación expresa del presidente Adolfo López Mateos deciden pasar un fin de semana completo en la Ciudad de México como un formulismo de buena vecindad y de alguna manera oficial. Aunque la visita prometía ser de alguna forma interesante desde el punto de vista político como cultural, los Kennedy y su comitiva llegada de Washington jamás imaginaron el despliegue, la generosidad y magnificencia de la agenda social que se le había preparado con la debida antelación, pero más que eso, el recibimiento cariñoso del pueblo recorriendo 20 kilómetros de la ciudad ante los vítores y la lluvia de confeti jamás vista que hizo que el propio Pierre Salinger jefe de prensa de la Casa Blanca añadiera deslumbrado que nunca jamás había visto tal espectáculo, ni lo habría de volver a ver jamás. Y es que, hay que situarnos en la época, el fin de un mundo como se conoció y el comienzo de otra era, en las modas, la música, los gustos, el estilo, la clase, la forma de vida en los EUA como en México. Hoy aunque se pretendiera no se podría realizar visita alguna no digamos de un primer mandatario, sino de hasta un simple alcalde de pueblo de Ohio sin que se requiera de gran seguridad, por un lado y por otro, el brillo y carisma de los que gobiernan la mayoría de las principales potencias carecen del “carisma” o “charm” que tuvieron los KENNEDY en su momento, lo que equivaldrían a una pareja “real” y muy real al estilo de RAINIERO y GRACE DE MÓNACO. Sea porque en lo personal JACKIE guardaba buenos recuerdos de su más temprana juventud cuando paso una temporada en Ciudad de México, tal vez porque en Acapulco pasaron ella y JOHN su luna de miel en 1953 en casa del ex presidente MIGUEL ALEMÁN, tal vez porque simplemente le gustaba México pero el caso es que no se tomó nada a la ligera esta visita de Estado y con la antelación debida y aunque tenían programadas otras visitas a distintos países JACKIE y su diseñador de modas de cabecera OLEG CASSINI en los EUA (el otro lo era Hubert de Givenchy en París) idearon una alianza y un arreglo perfecto para ambas partes. OLEG le diseñaría una serie de trajes sastres ligeros de tarde y mañana, así como los apropiados trajes de noche y coctel y no le costarían un solo centavo a la Casa Blanca ni a la primera dama, pero éstos tendrían que retornar a la colección privada de OLEG, cosa que sucedió en algunos de los casos. De tal manera que la visita a México fue estudiada y analizada de manera más que minuciosa en el campo de la moda también. El resultado no se hizo esperar, a su llegada a México JACKIE se cambió de vestuario hasta tres veces al día y las imágenes dieron la vuelta al mundo, pues ésta fue una visita por alguna razón muy especial. Ya habían viajado meses antes a Pakistán, India, Italia y Francia y, salvo por París, JACKIE no se había mostrado tan desbordada y preocupada por su guardarropa, como su “look” como en el viaje a México. Intensificó inclusive sus lecciones de español pues insistió ella misma en dar un discurso en una memorable recepción que tuvo lugar en el “Hotel María Isabel”, sabía ella que la Ciudad de México y México, en general, no era lo que la inmensa mayoría de norteamericanos pensaban sobre nuestro país, sino todo lo contrario, un mundo más orientado al “Viejo Mundo” con códigos y etiqueta sociales de lo más estrictos, con una cultura milenaria y con una alta sociedad compuesta por familias con origen de 400 y hasta 500 años, muchísimo más antiguas y linajudas que las que conocía y ella formaba parte en el triángulo más exclusivo entre Nueva York, Boston o Filadelfia. Su guardarropa y su efectiva forma de “saber hacer entradas” hicieron que robara cámara a su propio marido en todas y cada una de las recepciones en la visita a Palacio Nacional, en la comida en Los Pinos, en la visita al Museo de Antropología, en la noche de gala en Bellas Artes y hasta en su ultima aparición en misa de 12:00 en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe toda de “punta en blanco”. Poco antes de tomar su vuelo de regreso a Washington pero donde reafirmo el poder que sólo lo dan la belleza, el dinero y la elegancia, lo puso en práctica a su llegada a la gran recepción en el imponente Palacio de Relaciones Exteriores hoy ya lamentablemente desaparecido y que existió sobre Paseo de la Reforma. Allí, al descender del auto blindado y subir las escalinatas de mármol con columnas de malaquita de un auténtico palacio, dicen los que la vieron llegar que brilló más que nunca con esa especie de luz que se crea en torno a personajes famosos, aureola o como se le quiera llamar. Su secretaria personal ya le había sugerido vestir en tonos azul turquesa o aqua, muy en boga ese 1962. Ella le había dicho: “No visto ese tono jamás porque luzco muy amarillenta”. Sin embargo, precisamente OLEG le diseñó el maravilloso vestido que portaría esa noche —un strapless de chiffon de seda— y echarpe a juego de ese color con una tiara de diamantes que dejó sin habla a los más de mil elegantísimos invitados de entre el H. Cuerpo Diplomático asignado en México y los más notables apellidos de todo México. Allí y no en otro sitio comenzaría lo que se dio en llamar “el mito de una mujer llamada Jackie”. MUSEO. Durante una visita al antiguo Museo Nacional de Antropología vemos a la primera dama de México, doña Eva Sámano de López Mateos y a Rafael Bernal, director del Museo, acompañando a Jackie Kennedy, en traje claro, brillantes y zafiros y guantes negros. UN DOMINGO 1 DE JULIO. Antes de volver a Washington, los Kennedy escucharon misa de 12:00 en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, emperatriz de las Américas; sale a recibirlos el entonces arzobispo primado de México y el abad de la Basilica. Jackie toda en blanco, de pies a cabeza, no descuidó detalle a fin de robar cámara. De allí los condujeron al aeropuerto. VISITA SOCIAL. El programa oficial de jefes de Estado —entonces como ahora— incluía alguna visita por lo general aburrida a alguna guardería infantil o algún centro de asistencia social, que Jackie “glamourizó”, asistiendo ataviada en traje de seda rosa y sombrero de ala ancha y guantes. BIENVENIDA.- Los Kennedy llegan al entonces Palacio de Relaciones Exteriores (ya desaparecido). La pareja es recibida por el canciller Manuel Tello y la señora Jackie, deslumbrante en un modelo azul turquesa diseñado por Oleg Cassini, con quien había realizado un inteligente acuerdo para el guardarropa que luciría en México.